El 26 de abril de 1977 el empresario argentino Fernando
Branca llegó como de costumbre al departamento que compartía con su
cónyuge cuando al intentar entrar se llevó una sorpresa. Un oficial
naval le impedía entrar en su propia casa. Nada más y nada menos que
el temible Almirante Massera, alias el Negro, estaba revolcándose con
su esposa Marta Rodríguez McCormack (que a la vez era amante del jefe
naval) y había dado órdenes de no ser molestado, y mucho menos por el
marido de su acompañante.
Dos días después, el 28 de abril de
1977, como para resarcir su descortesía, Massera invitó a Branca a
navegar por el río de la Plata en su lujoso yate, travesía durante la
cual el empresario se ausentaría para siempre. Tres meses más tarde,
la madre del empresario Isolina Margarita Maltaneri de Branca, presentó
un recurso de hábeas corpus a favor de su hijo desaparecido, pero para
entonces los pundonorosos soldados que enviaron a sus reclutas sin
abrigos ni pertrechos a enfrentar a la Royal Navy en las islas
Malvinas ya estaban subastando las propiedades del ausente.
Aunque
cueste creerlo, los miembros del Grupo de Tareas 3.3.2 de la Armada
argentina llegaron a montar una inmobiliaria para la refacción y venta
de los inmuebles de los desaparecidos.
Un epílogo parecido tuvo
la historia del capitán José Antonio Valiente, primer marido de
Graciela Pappalardo y cuñado de Teófilo Conrado Pappalardo, quien fuera
jefe de Ceremonial del Estado durante la dictadura de Alfredo
Stroessner en Paraguay y reconocido operativo del Plan Cóndor, como
proveedor de pasaportes a los asesinos de Orlando Letelier.
José Antonio Valiente, dueño del desaparecido bar "Felsina", fue
ultimado en nebulosas circunstancias en Buenos Aires, Argentina, poco
después del Golpe Militar con el que Videla y Massera derrocaron a
Isabel Perón en marzo de 1976. Según documentos obrantes en el Archivo
del Terror (Microfilm 00028F0474), el presunto asesino habría sido
Juan Carlos Cabañas, ex secretario del Dr Edgar L. Ynsfrán, temible
ministro del Interior del dictador Stroessner, en el período de mayor
auge de la sangrienta represión.
José Antonio Valiente tuvo una hija de nombre María Adelaida, a quien se le cambió el apellido con el mismo modus operandi de la represión del Proceso de Reorganización Nacional.
El crimen de José Antonio Valiente nunca fue aclarado, las autoridades
argentinas en ese momento estaban muy ocupadas perpetrando un genocidio
contra su propio pueblo para investigar el asesinato de un paraguayo
en la capital federal. Así el empresario gastronómico desapareció sin
dejar rastros y sin que su nombre figure siquiera entre los miles de
desaparecidos en la Argentina entre 1976-83.
El matrimonio de
Graciela Pappalardo con José Antonio Valiente fue anulado por el Juez
Angel Roberto Seifart, quien luego sería vice-presidente del Paraguay,
así que Graciela Pappalardo no tuvo inconvenientes para contraer nupcias
con el empresario periodístico Aldo Alberto Zucolillo Moscarda,
director y propietario del diario ABC color y hoy entusiasta impulsor
de la candidatura del obispo Fernando Lugo a la presidencia del
Paraguay.
Pero las coincidencias entre el tenebroso "proceso"
argentino y sus impunes amigos paraguayos van más allá del paralelismo
entre estos hechos, dado que el propietario del medio más influyente de
la capital paraguaya se destacó también por su intransigente defensa
de las dictaduras de Stroessner, Pinochet y Videla, entre otros
subproductos de la política exterior norteamericana.En
la página 302 del libro “Es mi informe” del Dr. Alfredo Boccia Paz,
Myrian González y Rosa Palau se lee que el gran luchador por la
libertad de expresión Aldo Zucolillo, entre otros importantes
empresarios, aportó un millón de guaraníes de entonces para el
relacionamiento internacional y las actividades anticomunistas de “La
Técnica”, de acuerdo a documentos encontrados en los Archivos del
Terror, clasificados en la Carpeta DNAT, marzo de 1979.
Aunque consuetudinariamente ABC y Zucolillo pretenden pasar por nacionalistas, el
nacionalismo no condice con la prosapia de Aldo Zucolillo, hijo de don
Antonio Zucolillo Abbondante, quien vendiendo “abondante” azúcar a los
bolivianos en plena guerra del Chaco no pudo haberle explicado a su
vástago gran cosa sobre la rentabilidad del patriotismo. Sí concuerda,
en contrapartida, con el hábito del dueño de ABC de intentar borrar su
pasado vergonzante con itinerarios de ida y vuelta, y mentir con
insistencia goebbeliana. En este empeño, hasta fue capaz de contratar a
Christian Zimmerman para predicar desde ABC la receta del mago
Martínez de Hoz, de cuya efectividad estaba a punto de convencernos
cuando salieron a la luz sus aventuras de Bancopar y otras financieras.
Es bien sabido que los
periodistas al servicio de Aldo Zucolillo y Antonio J. Vierci, dueños
de los diarios ABC color y Ultima Hora respectivamente, son humillados
por la mafia recibiendo como sueldo bonos de supermercardos o
deteriorados automóviles usados e introducidos ilegalmente al país,
provenientes del puerto chileno de Iquique, actitud rastrera que dice todo de la autonomía de pensamiento, dignidad y credibilidad de los escribientes en cuestión.
Como
obediente lacayo del imperio, Zucolillo se aggiornó a sus dictados
cuando la guerra fría tocaba a su fin, y se convirtió a los ideales
democráticos, convencido por las fuertes sumas recibidas de la NED,
institución alternativa a la CIA creada para el intervencionismo imperialista.
El
13 de marzo de 1989 el ex agente de la CIA y colaborador de John Maisto
en la captura y asesinato del Che Guevara en Bolivia, luego empleado
de Andrés Rodríguez, el embajador Timothy Towell, escribió una carta
donde explicaba el objetivo de la visita del presidente de la NED
Carl Gershman al Paraguay. Ese mismo año se derrumbaba el imperio
soviético y con él la propaganda con que Stroessner justificaba sus
abusos, mientras en Nicaragua se imponía Violeta Chamorro en las
elecciones. En los comicios nicaragüenses habían sido decisivos, para
lograr la derrota electoral sandinista, los mil millones de dólares
invertidos por un organismo creado pocos años atrás como alternativa a
la CIA para promover “golpes suaves” con el argumento de la chequera
imperialista: La National Endowment for Democracy.
Considerando
inminente el fin de Stroessner, el imperio norteamericano se movilizó
para impedir que sus adversarios tomen las riendas a su caída, para lo
cual se apresuró a ganar para la causa del continuísmo de la dominación
imperialista a los disidentes con una muy buena remuneración. Entre
estos disidentes a sueldo se contaron dos personajes que controlan en
Paraguay un alto porcentaje de lo que se puede decir: Aldo Zucolillo y
Humberto Rubín, quienes venían buscando con ansiedad un acercamiento
con el imperio, logrando recibir invitaciones del ex director de la CIA
y entonces Vice-Presidente George Bush (padre) en noviembre de 1986.
Estos fructíferos vínculos se tradujeron en fuertes sumas en dólares
que empezaron a fluir hacia Asunción, donde operaba para la CIA desde
1979 el nicaragüense-norteamericano Agustín Torres Lazo, en una oficina
de inteligencia que se ocultaba bajo la falsa fachada de “Instituto
Americano para el Desarrollo del Sindicalismo Libre” en la Calle
Montevideo nº 822.
No está demás rebobinar otras historias, para que la memoria no flaquee y puedan repartirse equitativamente las culpas.
Al
conocerse a principios de marzo en Asunción la próxima visita de
Videla, ABC color publicaba un recordado editorial donde criticaba al
presidente Jimmy Carter por su énfasis en la promoción de los Derechos
Humanos y defendía al proceso argentino sentenciando que al presidente
norteamericano le era muy fácil pontificar lejos del problema. Por las
mismas fechas eran apresados en Asunción Alejandro José Logoluso y
Marta Landi, entregados a los sicarios de Videla por las fuerzas
represivas paraguayas. Los grupos de tareas del jefe de la policía
política Pastor Coronel tampoco se apiadarían de José Nell, paralítico
desde que recibió una bala en los disturbios desatados en Ezeiza por el
retorno de Perón.
Quedaron como mudos testigos de estos
traspasos una ficha policial de la Dirección de Registro de Extranjeros
paraguayos de la desaparecida argentina Dora Marta Landi Gil, que está
fechada en Asunción en marzo de 1977; una tarjeta del Ministerio de
Salud Pública y Bienestar Social de Marta Landi, que está registrada en
Asunción el 10 de marzo de 1997; y un informe de la policía de
Asunción, donde se notifica que Marta Landi (argentina), Alejandro José
Logolusso (argentino), José Nell (argentino) y otros han sido
expulsados del país. Este informe policial está fechado el 16 de mayo
de 1977. Entre los documentos, también destacan un registro de vuelo en
el que se acredita que, el 16 de mayo de 1977, el capitán de corbeta
José Abdalá, (alias Turco) trasladó a Landi Gil y a su compañero,
Alejandro José Logolusso, de Asunción a Buenos Aires.
Luego de
las debidas medidas profilácticas y barridas de subversivos, el 20 de
abril de 1977, era recibido por Stroessner con los honores
correspondientes, el Teniente General Jorge Rafael Videla, quien
llegaba al Paraguay acompañado de su esposa Alicia Raquel Hartidge. A
la noche se llevó a cabo una recepción de gala en el Palacio de
Gobierno de Asunción, donde no faltaron los pundonorosos y austeros
luchadores por la libertad de expresión, que aún no habían sido
seleccionados por la embajada norteamericana como propagandistas de la
democracia tutelada.
Desafortunadamente, el almirante Massera
se contaba esa noche entre los invitados del tiranosaurio Stroessner,
dado que para esa misma semana había hecho otros compromisos y debía
emprender un distendido paseo en yate por el Plata. (LAW)