Hace
ya bastantes años, tuve el honor de conocer al graduado en diplomacia Aníbal
Miranda, quien dedicó largos años de su vida a investigar lo que podía
averiguarse del origen de las grandes fortunas de algunos empresarios en
Paraguay. Fue un trabajo estoico, en la
penumbra, que sobrellevó con espíritu espartano.Finalmente,
fue hallado sin vida en oscuras circunstancias, y el manto de silencio
periodístico que siempre cubrió su laboriosa obra no se alteró. En los libros que legó, relataba la forma
indigna en que algunos empresarios paraguayos habían construido fortuna al
amparo de gobiernos corruptos y autoritarios.
Nunca
olvido el pasaje donde afirmaba que Zuccolillo tiene una gran capacidad para
indignarse ante el delito, pero sólo si éste es ajeno. Se refería al dueño del diario ABC color,
algo así como un emperador del monopolio mediático paraguayo y autoproclamado
dueño de la verdad, que por costumbre cogobierna la república y con titulares
extorsivos hace suyos los negocios con el estado más jugosos.
En
ese contexto, siguiendo el ejemplo de no ceder a sus chantajes del actual
presidente Horacio Cartes, el ministro Ramón Jiménez Gaona anunció que
Zuccolillo deberá responder en los estrados judiciales por las falsas denuncias
periodísticas publicadas por su diario, en su afán de que su empresa
constructora sea agraciada con obras concedidas a otros grupos económicos. Paralelamente, la importante empresa
constructora Díaz Benza, cuya cabeza es un profesor universitario de
Ingeniería, reveló que a través de una
campaña de falsedades Zuccolillo logró extorsionar a gobiernos anteriores para
que malgasten dos millones de dólares haciendo obras en su propiedad privada.
En
medio de su autismo periodístico, Zuccolillo también emprendió una campaña
contra un acuerdo firmado entre los presidentes Mauricio Macri y Horacio Cartes
para finiquitar controversias en torno a la faraónica represa hidroeléctrica de
Yacyretá. Obviamente, sus ataques
acabaron diluidos y no surtieron efectos, considerando la cantidad de frentes y
la decadencia de su medio impreso.
La
suerte de Zuccolillo empezó a cambiar con la llegada al poder de Horacio
Cartes, quien pasó por alto todos sus chantajes y en lugar de ceder, se abocó a
darle algo de su propia medicina. Un
Senador del entorno presidencial fue el primero en abrir fuego, revelando que
Zuccolillo, marcando la agenda judicial
con su poder mediático, se hizo devolver ilegalmente medio millón de dólares
que había pagado por licencias de telefonía móvil. Para lograrlo, amedrentó a
jueces corruptos con titulares amenazantes y les hizo firmar sentencias contrarias
a la misma constitución.
Previamente,
Justo Cárdenas, titular de un ente abocado a cuestiones agrarias, lo acusó de
haber cometido infinidad de fraudes inmobiliarios, e incluso amenazó con
acciones judiciales. Zucolillo invirtió tres años acusando de los peores
delitos imaginables a Càrdenas, y dedicándole titulares catastróficos, tapas e
improperios, sin ser capaz de lograr su destitución. Algo sencillamente inconcebible
en los tiempos dorados de ABC, que evidentemente fueron barridos como hojas
secas de un árbol viejo.
Antes
que Càrdenas, el senador Juan Carlos Galaverna había tildado a Zuccolillo de
“excremento” en plena sesión del senado, además de vincularlo con varios
homicidios e incluso un golpe de estado.
Investigadores
de los Archivos del Terror de Paraguay también apuntan a Zucolillo como
financista de congresos de la Liga Mundial Anticomunista, y de centros de
detención y tortura durante la dictadura militar, a través de generosos
donativos en efectivo. En el mismo contexto, son recordados editoriales de ABC
color cantando loas a Stroessner, a Pinochet y Videla, e incluso un ataque al
ex presidente norteamericano Jimmy Carter por su énfasis en la promoción de los
Derechos Humanos
Declararse
pública y periódicamente enemigo de Galaverna
fue un tiempo uno de los principales requisitos exigdos por Zucolillo a
los políticos deseosos de lograr algún destaque en su diario, y así fue que
muchos activistas y actores sociales anexaron esta claudicante declaración a su
discurso.
Lo
cierto es que a pesar de su pretendido poder omnímodo, Zucolillo ha logrado unir en contra suya a
referentes políticos de todo el espectro ideológico, algo explicable dada la
disputa de representatividad popular que ha entablado con ellos, y la idea que
se ha esforzado en instalar de que en realidad es ABC y no la autoridad electa
quien representa al pueblo.
El
senador liberal Miguel Abdòn Saguier afirmó no hace mucho que el periodismo de
investigación de ABC color consiste en meterse en una alcoba, acercarse el
lecho, levantar la sábana y ver que hay allí. Según el izquierdista Camilo Soares, Zuccolillo
es un “miserable” que se dedica a mentir sistemáticamente. Y Ricardo Canese,
quien incluso redactó por mucho tiempo columnas en ABC color, denunció la
tergiversación que realiza de sus declaraciones las veces que lo entrevista.
Zuccolillo
ha optado por guardar silencio ante todas acusaciones, como si se tratara de la
única voz escuchada en la república del Paraguay. Y aunque como respuesta se esperen solo
mentiras, como alguna vez dijera Miguel
de Unamuno, muchas veces el silencio es peor que la mentira. LAW