http://nyc.indymedia.org/en/2010/07/111796.html
La
célebre estrella de rock Jim Morrison se planteaba en poemas como la
Plegaria Americana, la disyuntiva entre planear un asesinato o comenzar
una religión.
En una dicotomía parecida se ven ahora envueltos los
seguidores del cura
Fernando Lugo, figura sagrada del culto pagano de
estos héroes, otrora impoluto referente moral y partidario de la
teología de la liberación.
Una multitud de aproximadamente 500
personas se reunió para despedir los restos mortales de Severiano
Martínez, ultimado por la policía a las órdenes del gobierno que
encabeza el cura
Fernando Lugo. La aglomeración de personas en un caso
similar es inédita en Paraguay, donde los sectores contestatarios por
décadas fueron rechazados como la peste por el resto de sus
conciudadanos.
El día anterior, la familia del integrante del
Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), Severiano Martínez, criticó con
dureza al presidente de la República, por denotar una actitud
reprochable al “festejar la victoria del asesinato de un ser humano",
siendo un ex obispo de San Pedro y amigo personal de la familia.
Responsabilizaron directamente al Gobierno nacional de la muerte del miembro de la familia.
“Es
directa responsabilidad del Gobierno, así como ellos le mataron, deben
traernos hasta nuestra casa para poder velarlo, por lo menos en una
bolsa de hule a tirar en frente a nuestra casa, teniendo en cuenta que
somos seres humanos. No se justifica en absoluto el asesinato alevoso de
una persona. Por más que sea un criminal número uno, esto es un montaje
que hizo la gente del gobierno de Lugo, tienen que ser responsables de
lo que hicieron”.
Analistas y observadores coincidieron en que
se trató de un fusilamiento: "Un servicio de inteligencia serio lo
hubiera tomado con vida, para recabar valiosa información" acotó entre
otros el ex ministro de Industria Euclides Acevedo.
UN AMIGO DE LA FAMILIA CELEBRA LA MUERTE
El
hermano del guerrillero asesinado por la policía paraguaya lamentó que
el presidente Lugo haya celebrado prácticamente el asesinato de su
hermano.
“Le debieron agarrar vivo”, manifestó para luego pedir al mandatario respetar el dolor de la familia.
También denunció un montaje para encubrir un asesinato a mansalva.
"No
me convence en ningún momento. Esto es un montaje que una vez más hace
la policía”, manifestó a los medios Rafael Martínez,hermano del
guerrillero asesinado por orden del cura
Fernando Lugo.
El Hermano de Severiano Martínez también criticó a las autoridades nacionales por "festejar" un asesinato.
Rafael
Martínez, calificó de "lamentable el festejo del presidente
Fernando
Lugo por el asesinato de su hermano" y criticó a las autoridades
nacionales por no comunicarse con los familiares y dar parte de la
muerte de Serveriano Martínez.
DUDAS DE LA AUTOPIA Y ATROPELLO POLICÍACO EN LA MORGUE
El
profesional médico que acompañó a Canuto Villasboa (cuñado del
fallecido) resta credibilidad a la autopsia realizada a Severiano
Martínez por el doctor Pablo Lemir y solicita efectuar otra evaluación.
La
abogada Raquel Talavera y el doctor Pedro Flores acompañaron al cuñado
de Severiano Martinez en el reconocimiento del cuerpo de Severiano
Martínez en la morgue judicial.
Flores desacredita el examen
forense realizado en el lugar , caratuló de “simple ginecólogo” a Lemir,
además de tildarlo de encontrarse estrechamente vinculado al
oficialismo.
También anunció que había rastros de tortura en el
cuerpo, y que había heridas de bala en el hombro ejecutadas de arriba
para abajo, así como indicios de que lo habían esposado antes de
asesinarlo.
El médico también denunció haber sido atropellado por un
pelotón de policías en plena morgue, cuando realizaba su trabajo,
quienes lo rodearon con el evidente propósito de intimidarlo. “La
estructura del estado policíaco que montó la dictadura anticomunista
está intacta, y uno no se puede sustraer al temor que genera una
situación como esta” señaló el profesional, en declaraciones al
periodista y analista del Grupo La Nación Enrique Vargas Peña.
También
recordó que en un caso de problemas internos de la policía, un miembro
del cuerpo sufrió las represalias de la mafia policial y perdió a su
esposa e hijas, que murieron incineradas tras ser rociadas con gasolina.
El hecho permanece sin ser aclarado, e intentó ser encubierto por las
mismas autoridades.
QUEMA DE ARCHIVO
Para muchos, todos
los indicios indican que una "quema de archivo" se consumó en la tarde
del miércoles en Paraguay, con el asesinato de Severiano Martínez, cuya
presentación ante la prensa iría a ocasionar graves dificultades al
gobierno arzobispal del cura Fernando Lugo.
Al respecto, el
presidente del Congreso manifestó que le llamaba poderosamente la
atención que la aparición del cadáver de Martínez se producía
inmediatamente después de la publicación de Lugo con grupos guerrilleros
que operan en Paraguay y Colombia.
El médico que examinó el
cadáver, por otro lado, deslizó la infidencia de que el cadáver
presentaba marcas en las muñecas, como si hubiera estado esposado con
vida antes de ser ejecutado.
Sospechosamente, el hecho se
produjo el mismo día en que la prensa paraguaya publicó fotografías del
cura Fernando Lugo junto a varios miembros del grupo armado, y abrió el
grifo para las especulaciones.
Las dudas sobre el procedimiento
policial que acabó con el fatal desenlace se plantearon de inmediato,
dado la conocida brutalidad policíaca que cotidianamente se comprueba en
Paraguay. El asesinato del supuesto sicario Coco Villar es emblemático
al respecto.
El hijo del mismo, José Villar (h), 10 años, declaró a
la justicia que en las primeras horas de la mañana del 2 de julio de
1999, se encontraba en compañía de su padre y que llegó a su casa su
compañera de escuela Pablina Pavón.
El menor refirió que en ese
momento irrumpieron policías que atropellaron la casa y empezaron a
disparar, por lo que su padre corrió. "Le dispararon y le acertaron en
la espalda. Los policías le rodearon y le patearon cuando estaba en el
suelo".
El niño dijo que su padre no tenía arma y que lo visitaba cada ocho días, en la casa de sus abuelos, con quienes vivía.
Villar
fue involucrado por un testigo falso en el atentado contra el
vice-presidente Luis María Argaña, en medio de un enrarecido clima de
persecuciones políticas desatado por el gobierno que compartían los
seguidores de Argaña con muchos de quienes hoy constituyen el entorno
del obispo Fernando Lugo. A raíz de esta acusación, un grupo de
militares antidrogas y de la Guardia Presidencial, al mando de León
María Poissón, allanaron sin orden judicial la casa de los padres de
Villar, supuestamente, en busca de drogas y armas robadas del Ejército.
El
frustrado candidato del obispo Fernando Lugo a ocupar el cargo de
ministro de la Corte, Emiliano Rolón, encubrió en su momento este
homicidio intencional con una vergonzosa actuación.
RECLAMOS DE MÁS SANGRE IZQUIERDISTA
Aunque
el presunto secuestrador abatido nunca había sido juzgado ni mucho
menos declarado culpable, los sectores conservadores y reaccionarios
aplaudieron la ejecución, y reclamaron más sangre de izquierdistas.
El
cura Fernando Lugo, por su parte, apareció ante las cámaras de
televisión congratulándose a sí mismo de haber ordenado la muerte de su
antiguo conocido y catequista, en sus tiempos de obispo.
Tras la
cacería humana, el indolente cura extiende sus brazos y se limpia la
sangre en una palangana como Poncio Pilatos, dispuesto a seguir acatando
las órdenes de sus amigos ultraderechistas contra la izquierda.
HIJO DE LA PUTA DE BABILONIA
Uno
de los episodios más célebres en la historia latinoamericana es el
asesinato del héroe de la revolución cubana Ernesto Che Guevara en
Bolivia, para simular su muerte en combate.
El 26 de septiembre, el
ejército boliviano había emboscado a los hombres del Che cerca del
poblado de La Higuera. Varios guerrilleros había caído en combate y el
Che quedó herido en una pierna.
El 8 de octubre de 1967, en una
quebrada de los Andes en el sur de Bolivia, se oyó un nutrido fuego de
metralla: Ernesto "Che" Guevara y sus guerrilleros se encontraban
rodeados por el ejército boliviano
Luego, el 8 de octubre lo
capturaron con dos combatientes y los llevaron a la escuela del pueblo.
Las heridas del Che eran leves, y según recuerdan quienes hablaron con
él, la dureza del amargo momento vivido no había hecho mella en su buen
humor.
Mantener con vida al Che, no obstante, implicaba tener que
juzgarlo y darle una gigantesca tribuna global. La prensa de todo el
mundo estaría pendiente del juicio, y su voz resonaría como nunca en las
páginas de los diarios de todo el globo. Desde el norte, se decidió
dejar al guerrillero argentino-cubano sin cobertura mediática.
Al
día siguiente, llegó en helicóptero un tal “capitan Félix Ramos" en
uniforme de oficial del ejército boliviano y se encargó de los
prisioneros. Dos horas después, el Che y los dos combatientes fueron
ejecutados.
El tal "capitán Ramos" era Félix Rodríguez, un viejo agente de la CIA.
Rodríguez
ordenó la ejecución del Che de modo que pareciera que cayó en combate,
se robó su reloj como recuerdo y acompañó su cadáver a la base militar
de Vallegrande. El 11 de octubre, después de cortarle las manos para
comprobar con las huellas digitales que eran del Che, echaron su cadáver
en una fosa cerca de la pista de aterrizaje de la base.
UNA QUEMA DE ARCHIVO
Una
"quema de archivo" se consumó en la tarde de ayer miércoles en
Paraguay, con el asesinato de un miembro del grupo guerrillero EPP,
Severiano Martínez, cuya presentación ante la prensa iría a ocasionar
graves dificultades al gobierno arzobispal del cura Fernando Lugo.
Al
respecto, el presidente del Congreso manifestó que le llamaba
poderosamente la atención que la aparición del cadáver de Martínez se
producía inmediatamente después de la publicación de fotos de Lugo en
compañía de integrantes con grupos guerrilleros que operan en Paraguay y
Colombia.
El guerrillero abatido era oriundo del departamento de
San Pedro, según acusaciones de conocidos políticos muy allegado al
clérigo-presidente Fernando Lugo, y soportaba órdenes de captura por los
secuestros de María Edith Bordón de Debernardi y Cecilia Cubas.
Había
tenido una activa participación en el secuestro y homicidio de Cecilia
Cubas, ocurrido el 21 de setiembre de 2004. De acuerdo con los informes
de la policía, se manejaba bajo el alias de "Marcos", supuestamente era
uno de los instructores en el campamento del Ejercito del Pueblo
Paraguayo, a inicios del 2005. Para la fiscalía antisecuestro era uno de
los cabecillas más buscados.
La última vez que intento capturarlo
fue el 14 abril de este año, cuando pudo escapar en un episodio que
ridiculizó a la policía nacional y al ministro Rafael Filizzola.
El
médico que examinó el cadáver del guerrillero, por su parte, deslizó la
infidencia de que el cadáver presentaba marcas en las muñecas, como si
hubiera estado esposado con vida antes de ser ejecutado.
Sospechosamente,
el hecho se produjo el mismo día en que la prensa paraguaya publicó
fotografías del cura Fernando Lugo junto a varios miembros del grupo
armado, uno de cuyos integrantes acabó asesinado esta semana.
LUGO Y EL EPP
El
EPP, al cual había pertenecido Severiano Martínez para alejarse del
grupo hace ya varios años, tiene en su haber 4 secuestros extorsivos
(Edith Debernardi, Cecilia Cubas –hija del ex presidente de la República
Raúl Cubas–, Luis Lindstron y ahora Fidel Zavala Serrati); 3 asesinatos
comprobados (Cecilia Cubas y los policías Andrés Brítez y Óscar
Noceda); más de 6 casos de asaltos y quemas de comisarías, destacamentos
y estancias y hasta la colocación de una bomba en el baño del Palacio
de Justicia.
Pero lo que realmente agrava la situación es la
conocida vinculación que se plantea entre Fernando Lugo y los
principales cabecillas del EPP.
Al menos tres de ellos, Manuel
Cristaldo Mieres, Alcides Oviedo y Gilberto Setrini son ex seminaristas
que comulgan con las ideas marxistas de la Teología de la Liberación,
que según su propaganda proselitista, era profesada por el mismo
Fernando Lugo. Lugo fue incluso maestro de ellos tres.
En
repetidas ocasiones quienes hoy son miembros del EPP participaron de
eventos tanto eclesiales como sociales junto al entonces obispo del
departamento de San Pedro, y actual presidente de la República,
existiendo una profusa documentación fotográfica y testimonial al
respecto.
Mieres fue acusado por la Fiscalía y condenado por
tener participación directa en el secuestro y asesinato de Cecilia
Cubas. Alcides Oviedo habría sido el “comandante en jefe del grupo”.
Cuando
un periodista pidió a Lugo su opinión respecto al secuestro de Cubas en
tiempos en que ella todavía estaba con vida, el cura-presidente
respondió: “No sé, hay cosas más importantes de las que me tengo que
ocupar”, intentando minimizar el hecho criminal.
Los integrantes
del EPP, y de una organización campesina considerada como su soporte,
la Organización Campesina del Norte, también son conocidos como adeptos a
Fernando Lugo, y durante la campaña proselitista se constituyeron en
claves aliados políticos del cura, tanto en el plano local como en el
internacional.
Los principales impulsores de la candidatura de
Lugo en el exterior fueron exponentes del Partido Patria Libre
residentes en Venezuela, entre ellos el recientemente fallecido Joel
Cazal.
Es más, recientemente José Villalba, hermano de Carmen
Villalba (quien cumple una condena de 18 años acusada de haber formado
parte del secuestro de Edith Debernardi) y Osvaldo Villalba (líder del
EPP, prófugo desde el 2001) declaró a un medio de prensa local que
“todos hemos trabajado por la campaña electoral de Lugo, pero nos
sentimos defraudados por la falta de cambios, por el pacto con sectores
conservadores”.
En Paraguay la vinculación de Fernando Lugo y varios
exponentes del Partido Patria , uno delos brazos políticos del EPP, no
es ninguna novedad, existiendo al respecto profusa documentación
fotográfica y testimonial.
Por otro lado, es conocida la vinculación
de Juan Arrom y Anuncio Martí con las FARC de Colombia, y recuerdo que
en una oportunidad incluso me crucé por las calles de la capital
paraguaya con su líder Juan Arrom, quien conducía su automóvil
transportando a su lado al mismo Canciller de las FARC Rodrigo Granda.
Lugo
incluso llegó en su momento a ser el suegro de Arrom, quien mantenía un
noviazgo con una de las hijas del cura, y en la misma familia se
encontraba el actual canciller luguista, Héctor Lacognata. El actual
ministro del Interior Rafael Filizzola , por su parte, defendió en su
momento con vehemencia en la cámara de diputados a los acusados de
secuestro.
EL CASO COCO VILLAR
Una ejecución de
características similares a la de Severiano Martínez aún está fresca en
la memoria colectiva de los paraguayos. Se trata del asesinato del
supuesto sicario Coco Villar.
El hijo del mismo, José Villar (h), 10
años, declaró a la justicia que en las primeras horas de la mañana del 2
de julio de 1999, se encontraba en compañía de su padre y que llegó a
su casa su compañera de escuela Pablina Pavón.
El menor refirió que
en ese momento irrumpieron policías que atropellaron la casa y empezaron
a disparar, por lo que su padre corrió. "Le dispararon y le acertaron
en la espalda. Los policías le rodearon y le patearon cuando estaba en
el suelo".
El niño dijo que su padre no tenía arma y que lo visitaba cada ocho días, en la casa de sus abuelos, con quienes vivía.
Villar
fue involucrado por un testigo falso en el atentado contra el
vice-presidente Luis María Argaña, en medio de un enrarecido clima de
persecuciones políticas desatado por el gobierno que compartían los
seguidores de Argaña con muchos de quienes hoy constituyen el entorno
del obispo Fernando Lugo. A raíz de esta acusación, un grupo de
militares antidrogas y de la Guardia Presidencial, al mando de León
María Poissón, allanaron sin orden judicial la casa de los padres de
Villar, supuestamente, en busca de drogas y armas robadas del Ejército.
El
frustrado candidato del obispo Fernando Lugo a ocupar el cargo de
ministro de la Corte, Emiliano Rolón, encubrió en su momento este
homicidio intencional con una vergonzosa actuación.
EL HIJO DE LA PUTA DE BABILONIA
Cuando
saltó a la arena política el obispo Fernando Lugo sus tendenciosos
allegados lo presentaron como incuestionable portador de credenciales
izquierdistas y con una supuesta militancia en el movimiento de la
Teología de la Liberación a cuestas.
Pero pronto algo empezó a oler
mal en Dinamarca cuando los sectores más retardatarios de la sociedad
paraguaya, como los Maccartistas propietarios de medios de comunicación
que prosperaron empresarialmente gracias al dictador anticomunista
Alfredo Stroessner, saludaron con grandes espacios y favorables
comentarios la supuesta inédita incursión de izquierdas en un mundillo
dominado desde hacía más de un siglo por exponentes de la más
reaccionaria derecha.
Al poco tiempo de su intempestiva aparición en
el escenario, quedó en claro que Lugo sostenía un fluido
relacionamiento con los exponentes más representativos en Paraguay del
entramado imperialista montado por la embajada norteamericana, NED y
USAID. A pesar de la contradicción, la izquierda marxista siguió
apoyando a Lugo con la esperanza que una vez en el poder, lograra
reformar el politizado y corrupto poder judicial de tal suerte a limpiar
los expedientes de secuestros y otros ilícitos cometidos al librar una
guerra revolucionaria fuera del legalismo, conforme al esquema marxisto
guerrillero.
Lejos de emprender tal camino, Lugo se abocó a pactar
con los sectores más corruptos y retardatarios de la sociedad, para
acabar convertido en uno más de ellos, con la infamia de la pederastia
clerical a cuestas.
En su libro “La Puta de Babilonia”, Fernando
Vallejo describió a la iglesia católica como “la puta que saqueó a
Constantinopla y bañó de sangre a Jerusalén; la que exterminó a los
albigenses y a los veinte mil habitantes de Beziers, la que arrasó con
las culturas indígenas de América; la que quemó a Segarelli en Parma, a
Juan Hus en Constanza y a Giordano Bruno en Roma, la detractora de la
ciencia, la enemiga de la verdad, la adulteradora de la Historia, la
oscurantista e impostora que amordaza la palabra y aherroja la libertad
del alma”.
Tal vez el inflamado anatema de Vallejo podría quedar
corto si tuviera que describir a uno de sus dignos hijos, el cura
Fernando Lugo. LAW
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