Un fraude humanitario Dijo el conde de Mirabeau que para vivir existen tres métodos: mendigar, robar o realizar algo. En algunos casos, algunas personas hacen las dos primeras cosas pero sin realizar nada.
A la especie pertenecen muchos miembros de fundaciones y ONG en America Latina y Africa, grandes especialistas en invocar causas altruistas y fingir que suplantan al estado solo para embolsar fuertes sumas de dinero en provecho propio.
Como ciertos políticos que en la historia de Argentina llamaron al robo electoral que cometieron “fraude patriótico”, en el Sahara se comete un fraude humanitario.
Es lo que sucede con la ayuda destinada a los refugiados del Sahara Occidental, rehenes de estas organizaciones que perpetúan una causa solo para lucrar con la desgracia de los pueblos del desierto. Un detallado y reciente informe de la OLAF, Agencia de la Comisión Europea que lucha contra el Fraude, es elocuente.
En uno de sus párrafos, reproducido por la prensa española, señala que "El hurto empieza entre Orán y Tinduf: los camiones [...] llegan a Tinduf. Faltan mercancías, generalmente varias toneladas. El responsable saharaui firma la entrega y recibe dinero del chófer del camionero para compensar lo que falta, entre 10.000 y 40.000 dinares argelinos" que, al cambio, eran entonces hasta 500 euros. "Esas cantidades remontan la escala jerárquica y todos se aprovechan. Los nombres son los siguientes [...]. Las mercancías apartadas son después vendidas en los mercados de Argelia".
Hace alusión a donaciones enviadas entre los años 2003 y 2007 que acabaron, en gran parte, vendidas en mercados de Argelia, Mauritania o Mali. Los responsables de la malversación, dice el informe, la mayoría de las veces ni siquiera se molestan en desembalar lo que sustraen para vender. En algunos casos, se suplanta el contenido de los envases de las donaciones por productos de menor precio y calidad, ganando fortunas con el reemplazo.
También se consigna que organismos europeos donaron en tiempos previos a mediados del año 2005, fondos para construir hospitales y colegios, incluyendo el monto para contratar mano de obra saharaui para levantar las edificaciones. Para aprovechar mejor la donación, las autoridades saharauis usaron mano de obra esclava de presos de guerra marroquíes que aún tenía en sus prisiones.
Un miembro de la OLAF testimonió que, durante sus vacaciones en Mali, vio con sus propios ojos cómo se descargaba en un centro comercial leche en polvo, desde bolsas que consignaban que se trataba de ayuda humanitaria europea.
El fraude fue posible gracias a la complicidad de las autoridades argelinas, que exageraron enormemente las cifras de saharauis refugiados para ganar la diferencia.
El fraude era conocido desde diciembre de 2014, sin embargo, la “ayuda” continuó. Según la eurodiputada alemana Ingeborg Grassie, la malversación de la ayuda humanitaria en el Sahara es escándalo de grandes dimensiones.
Representantes del Polisario en Europa, otras veces muy locuaces, no respondieron a requerimientos de la prensa española sobre el fraude. Aunque se conoce del enriquecimiento ilícito de varios líderes del Polisario, estos delitos siguen impunes.
La OLAF está lejos de ser la única organización que ha realizado este tipo de denuncias. La Cruz Roja española hizo saber años atrás que 385.000 euros entregados a la Media Luna Roja Saharaui para la compra de camellos no fueron usados en ello.
Fuentes marroquíes han señalado con ironía que como fruto de estas malversaciones, “algunos altos dirigentes del Polisario se han acumulado, en pocos años, fortunas dignas de la clasificación de Forbes”.
Ello sin mencionar su implicancia en delitos peores como el tráfico de armas o estupefacientes, que fogonean la insistencia con que se promueve la creación de un estado fallido en el desierto.
Este tipo de fraude es común en otras regiones como Latinoamérica, donde usurpadores que se autodenominan “sociedad civil”, instalados en las llamadas ONG, disputan la representatividad popular a los líderes políticos. Los líderes de estos grupos se eligen a sí mismos, pero a pesar de contar con tan débil respaldo popular, reclaman la totalidad de la representación social y por ende, funciones, derechos y privilegios que corresponden a entidades legítimas.
Un ejemplo de que en todas partes se cuecen habas y de que no hay nada nuevo bajo el sol, es el fraude humanitario en el Sahara Occidental.
Los progresistas y el “Sahara Occidental”
Escribió el premio Cervantes Juan
Goytisolo que la cuestión del Sahara confronta dos principios opuestos, el de
la intangibilidad de las fronteras trazadas por el colonialismo y que está
defendido por Argelia, y el de la reconstitución del estado histórico
desmembrado por la intervención europea, defendido por Marruecos.
El dogma de la· intangibilidad de las
fronteras africanas, avalado por razones de puro pragmatismo -en la medida en
que su desaparición significaría abrir la caja de Pandora de los conflictos
raciales y tribales que con mayor o menor virulencia afectan a la casi
totalidad de los países del continente- es manejado sobre todo por aquellos
países que como Argelia o Zaire salieron beneficiados por el trazado con
tiralíneas de unos límites territoriales que no tomaban en cuenta las
realidades étnicas, sociales y culturales de sus habitantes.
Aplicado a Marruecos al pie de la
letra, dicho principio habría originado en cambio la creación de varias
entidades estatales: .un Estado marroquí, ·un Estado rifeño, un Estado libre
de Tánger, un Estado de Sidi-Ifni, un Estado de Tarfaya y un Estado saharaui.
El lúcido intelectual magrebí Abadellah
Laroui, citado por Goytisolo, señaló en su libro titulado “Los orígenes
sociales y culturales del nacionalismo marroquí” que el colonialismo es el
único responsable del estallido de las fronteras africanas.
.Como lo sabe todo el mundo, Europa
despedazó las naciones de África en función de sus propios intereses. Ser
progresista, pues, debería ser recrear las fronteras africanas previas sin
atenerse a las impuestas por la presencia colonial.
Por nuestra parte, ya habíamos señalada
anteriormente el absurdo que los límites coloniales impuestos al desierto del
Sahara ayer, por los conquistadores y esclavistas europeos, tengan que ser
hoy respetados por países independientes como pretenden las raíces
intelectuales de los argumentos “saharauis”. Si esto fuera lo razonable, en
Sudamérica no deberían existir países como Paraguay, Uruguay o Bolivia, que
deberían anexarse a la Argentina, pues todos ellos integraban el Virreinato
del Rìo de la Plata en tiempos que eran dominios de España.
Debe admitirse que no sólo las
potencias coloniales pretendieron dibujar fronteras en función de sus
intereses, también el gobierno argelino de Boumedián. Este desea para su país
una salida Atlántica, señalaba Goytisolo ya a fines de la década iniciada en
1970 y además completar el cerco en torno a Marruecos.
El supuesto “progresismo” con el cual
busca Argelia apoyo para el Polisario queda así, una vez más desenmascarado.
Cuando Argel sostiene el principio
ético jurídico de la autodeterminación del pueblo saharaui, lo hace
amparándose en el mucho menos noble y más realista y bastardo respeto a las
fronteras trazadsa por el imperialismo colonizador. Aparte del caso del
Sahara Occidental, nos recuerda la historia reciente, la diplomacia argelina
no se ha mostrado jamás favorable a las aspiraciones de minorías oprimidas:
condenó la secesión de Biafra, denunció el separatismo de Cabinda, e incluso
apoyó a Addis Abeda contra los movimientos independentistas eritreos cuando
que tenían bases étnicas, lingüísticas, religiosas y culturales infinitamente
más razonables que aquella que invoca el separatismo “saharaui”.
Dijo Aristóteles que no se puede ser y no ser algo, al mismo tiempo y bajo el
mismo aspecto. Deberían recordarlo aquellos que se dicen progresistas, y
basan sus argumentos en las fronteras impuestas por las potencias opresoras
del pasado, y perpetúan el sufrimiento de los pueblos del Sahara con el único
objetivo de convertir en negocio la ayuda humanitaria. Independentistas patrocinados por opresores
|
En intento de presionar en la ONU a la
Comunidad Internacional, y como derivación de su fracaso diplomático y
propagandístico, el violentista Frente Polisario ha hecho sonar en estos días
los tambores de guerra en una disputa en que el principal antagonista de
Marruecos en realidad es Argelia.
Para comprenderlo, basta con informarse leyendo el erudito ensayo al respecto
del actual Premio Cervantes de Literatura Juan Goytisolo, donde apunta el
fracaso de España intentar crear un movimiento “independentista” saharaui que
responda a Madrid, el PUNS. Dicho movimiento emergió con grandes recursos
entre septiembre de 1974 y noviembre de 1975, etapa de las grandes maniobras
diplomáticas en torno a la cuestión del Sahara.
El movimiento patrocinado por España no
engañó a nadie, sobre todo por falta de experiencia política y convicción, y
su secretario general y su tesorero terminaron huyendo a Rabbat para
juramentar lealtad al rey de Marruecos.
Consumados estos hechos, narra Goytisolo, el edificio “independentista” laboriosamente
levantado por España para seguir controlando el Sahara a través de
testaferros se derrumba e irrumpe un movimiento que no figuraba en el
programa.
Se trataba del Frente Polisario, creado
el 20 de mayo de 1973 en Tinduf, con ayuda y protección de Argelia. Este
grupo jamás se abocó a combatir al colonialismo español, por lo cual siempre
fue tolerado por las autoridades fascistas del régimen franquista. Curioso
movimiento independentista, su “lucha” no se centraba en combatir a los
invasores europeos de su territorio sino al “anexionismo” marroquí.
Gracias a la formación política de los
instructores argelinos, sus miembros centraban la propaganda en el carácter
«reaccionario» de Marruecos y la índole progresista» de Argelia; exponían
-siguiendo la pauta del Gobierno franquista- las ventajas económicas y
políticas que la independencia otorgaría al país y prometían el apoyo
fraternal de Argel " en caso de «agresión» marroquí. Sus lemas y
consignas resultaban, sin duda, más atractivos que los del PUNS v actuaban
sobre un terreno abonado: el de la tenaz propaganda antimarroquí, orquestada,
con todos los medios, por la Administración española.
La evidencia histórica demuestra, pues, que el Polisario no fue creado para
combatir al colonialismo español, que ya estaba condenado en aquella época
(1973) sino para oponerse a Rabat y frustrar los objetivos de unidad
territorial que el movimiento nacionalista marroquí perseguía desde que logró
la independencia. Para corroborar esto, solo hay que recurrir a las
declaraciones de los portavoces del Polisario a la prensa española, lo han
confesado varias veces entre mayo y septiembre de 1975.
Como sucedió muchas veces con el régimen fascista español, los intereses del
momento precipitaron en ese tiempo un acercamiento con Argel que pasó por
alto las ideologías contrapuestas. Goytisolo recuerda la venta de gas natural
argelino a España retribuida con inversión española en Argelia.
Durante el verano de 1975, las
declaraciones de las diplomacias argelina y española ante el tribunal de La
Haya muestran coincidencia absoluta. “Tocado por una gracia progresista y
descolonizadora, el gobierno de Franco defiende para el Sahara Occidental
unos derechos y libertades cuya reclamación en España conduce directamente a
las comisarías y el Tribunal de Orden Público”.
Goytisolo recuerda que tras los últimos
fusilamientos del franquismo, el de cinco militantes revolucionarios
españoles el 27 de septiembre de 1975 en las ciudades españolas de Madrid,
Barcelona y Burgos, los únicos países del mundo que se negaron a condenar los
hechos fueron el Chile de Pinochet y la Argelia de Boumedian.
En aquella grave crisis fueron
ejecutadas por fusilamiento cinco personas: tres militantes del FRAP, José
Humberto Baena, José Luis Sánchez Bravo y Ramón García Sanz, y dos militantes
de ETA político-militar, Juan Paredes Manot (Txiki) y Ángel Otaegui. Estas
ejecuciones levantaron una ola de indignación contra el gobierno de España en
todo el mundo, menos en la “progresista” Argelia.
La agonía de Franco, el fallo ambiguo
del Tribunal de La Haya y La Marcha Verde precipitaron los acontecimientos.
Ante la enorme movilización popular marroquí, los fascistas españoles
descubrieron los amargos frutos de veinte años de errores, dilaciones,
quimeras y autoengaño.
Todavía más doloroso podría ser para ciertos “progresistas” españoles, que
desde sus ONG se llenan el estómago y los bolsillos con tragedias como las de
los pueblos del Sahara, acabar descubiertos ante la opinión pública como
simples continuadores de los planes de su caudillo fascista. |
La república perdida por la izquierda española
Dice Juan Goytisolo que hay opiniones
prefabricadas como hay frases hechas, y que una vez sancionadas por una especie
de asenso común, circulan como moneda contante y sonante, sin que nadie se tome
la molestia de analizarlas y, con mayor razón, ponerlas en tela de .juicio.
Corresponde a la especie, sin lugar a dudas, la
que favorece la lucha del “pueblo saharaui” en España, y que se extiende a
través de un profuso entramado de ONG hasta el Caribe y América Latina. En esta
última región, la posición que Cuba adoptara buscando su lugar en la guerra
fría fue por mucho tiempo artículo de fe para la izquierda.
A propósito de tintes y filiaciones políticas,
el Premio Cervantes Juan Goytisolo, aclaraba en su libro sobre la cuestión del
Sahara que a pesar de identificarse con la causa marroquí en ese tema, sus
simpatías políticas e ideológicas cuando escribió su ensayo iban hacia la
Revolución argelina. Al respecto, el laureado escritor recuerda haber sido
testigo durante su exilio en Paris de la violencia ejercida en esa ciudad
contra las minorías argelinas, y se jacta de haber colaborado con su
resistencia en tiempos en que luchaban por su independencia.
Pero Goytisolo también recuerda a los españoles
uno de los capítulos más infames de su propia historia imperialista: la
intervención político-militar española en Marruecos, que ha sido calificada,
con razón, por un buen historiador de la misma, de «una de las más absurdas y
criminales acciones coloniales de la historia mundial de la opresión de los
pueblos».
A propósito cita el libro del comunista español
Miguel Martín, quien analiza despiadadamente la política de los colonialistas,
para quienes Marruecos era “un zoco, un mercado de ascensos y recompensas,
medallas y cruces”, y no solo para los militares “africanos” sino también para
los partidos políticos republicanos, especialmente aquellos que representaban a
la clase obrera, desde el 14 de abril de 1931 hasta la victoria de Franco”. La
posición de muchos sectores políticos de izquierda que siguen buscando sacar
rédito político prolongando el conflicto del Sahara, confirma que en gran
parte, Marruecos sigue siendo lo que era en la década de 1930 para muchos
españoles.
La realidad sobrepasa la imaginación: En los
programas electorales de gobierno elaborados por el PSOE y el PC durante la
república no figuraba, por ejemplo~ la menor referencia a las reivindicaciones
nacionales y sociales del pueblo que la democracia española decía proteger.
Los obreros y campesinos del Rif o la Xebala no
podían exponer sus ideales de libertad e independencia, y no tenían siquiera,
bajo la égida de la presunta «República de trabajadores», derecho a
sindicalizarse. Más significativo aún: ambos partidos marxistas no admitían en
sus filas a ningún marroquí, y dicha segregación aberrante se mantuvo, según
Martín, en lo que concierne al PC, durante los primeros diez años del
franquismo, por más que la lógica y el simple sentido común reclamaran con
urgencia la unificación de todas las fuerzas populares.
Con el levantamiento militar de Franco, los
partidos marxistas, en vez de concretar y dar cuerpo a la alianza objetiva
existente entre las fuerzas democráticas españolas y• los nacionalistas
marroquíes, se lanzaron a una propaganda chovinista, abiertamente racista, que
no distinguía entre manipuladores y manipulados y ponía a todo el pueblo
marroquí en el mismo saco.
Goytisolo también cita que una propuesta de
sublevar el Rif contra el Ejército de Franco a cambio de una promesa formal de
independencia, fue inexplicablemente rechazada por el bando republicano durante
la guerra civil, cuando que podría haber salvado la república.
El internacionalismo proletario podía esperar.
«Dos pueblos oprimidos han favorecido a la opresión con su separación. El final
no podía ser otro.» dice Goytisolo a manera de moraleja.
Con el agua al cuello y a punto de ahogarse los
partidos de izquierda de la República, ignoraron aún las reivindicaciones
legítimas de Marruecos. Ello mientas Franco ofrecía toda clase de promesas y facilidades
a los nacionalistas y canalizaba hábilmente el resentimiento popular contra los
atropellos y violaciones de los derechos humanos .llevados a cabo en nombre de
la República.
Un marxista-leninista como Largo Caballero
denunciaba en las Cortes que al conceder la libertad a los marroquís, Franco
violaba los acuerdos internacionales que garantizaban la existencia del
Protectorado. Durante dieciocho meses -el tiempo necesario para movilizar en su
favor a la masa marroquí-, la zona del Protectorado español se convirtió en el
mejor refugio y centro de propaganda nacionalista del mundo' árabe. Goytisolo
lamenta, repasando esta historia, que la izquierda española sea incapaz de
aprender de sus errores del pasado y reincida en los mismos.
El resultado es conocido, los pueblos que no
reflexionan sobre su propia historia están condenados a repetirla.
La voz de un premio Cervantes
En este mundo de falsedades, muchas veces la
verdad escasea tanto como el agua en el desierto. Pero como alguna vez
escribiera Antoine de Saint Exupéry en su cuento “Le petit Prince”, lo que
embellece al desierto es que en alguna parte esconde un pozo de agua.
Juan Goytisolo, flamante premio Cervantes de
Literatura, es uno de esos extraños intelectuales que jamás se dejó llevar por
la corriente ni naufragó en la marea de mentiras que como una usina inagotable,
surgían del desierto del Sahara marroquí.
Ello le llevó a publicar en 1979 un libro
titulado “El problema del Sahara”, un brillante ensayo donde demuestra la
incuestionable marroquinidad del territorio que algunos llaman Sahara
Occidental.
Goytisolo, quien en 1954 había publicado su
primera novela titulada “Juego de Manos”, vivió mucho tiempo exiliado en Paris
para alejarse de la inculta dictadura de Francisco Franco, que asolaba a
España. Hoy disfruta en Marrakech de la desbordante cultura marroquí, tan
abundante que hasta pudo regalarle jirones de ella a España en tiempos del
imperio almorávide.
Fue precisamente ahí, en el camino de las
Canarias y la hispanidad americana, en esa España genuina disfrazada de
turbante, donde Goytisolo fue sorprendido por la noticia que su valiosa obra se
había hecho acreedora del galardón más preciado.
Aquellos que se dejan influenciar por la
propaganda, aseguran no comprender su apoyo a Marruecos en el tema del Sahara,
dado que combate la dictadura y la injusticia en el resto del mundo. Ignorantes
acaso de la realidad, desconocen que defender la verdad es la primera
herramienta de liberación y la más justa de las causas.
La injusticia más bien es la que retrasó estos
honores cabalgando sobre las falacias de aquellos que defienden la creación de
un estado fallido en el desierto. Es que la causa humanitaria es un gran
negocio, y ciertas ONG son especialistas en prolongar el sufrimiento humano
para lucrar con las tragedias. Es el caso de los defensores de la “causa
saharaui”, un mito español que por mucho tiempo relegó a un plano secundario a
los verdaderos intelectuales, aquellos que no se humillan firmando comunicados
y mintiendo solo para quedar bien.
Dice Goytosolo que "la novela es un género
omnívoro, puede incluir la poesía, pero la poesía no puede incluir la novela”.
Quizás el éxito de este escritor omnívoro contribuya a echar luz sobre la
verdad todavía difusa que esconde el Sahara, y marque el principio del fin para
aquellos que se suben a un tren de mentiras solo para lograr una mínima
pertinencia en ciertos círculos periodísticos.
Un mito español
El laureado escritor estadounidense Robert Penn
Warren hizo notar que sentido histórico y el poético no tendrían que ser
contradictorios, ya que si la poesía es el pequeño mito que hacemos, la
historia es el gran mito que vivimos. El problema surge cuando llevados por el
lirismo u otro interés, algunos pretenden vivir el mito como si fuera real.
Es el caso del “pueblo saharaui”, mito español
si los hay, en cuya creación han intervenido tanto la fantasmática española
como el deseo argelino de crear un contencioso que sirva a su vocación
hegemónica en el Magreb.
El problema del Sáhara se planteó en 1974 como
una controversia entre Marruecos y Argelia dado que, antes de esa fecha,
Argelia sostenía oficialmente y en documentos que el Sáhara Occidental es
inequívocamente una región marroquí. Sin embargo, sin decir agua va, el
presidente argelino Boumediene cambió de postura. La razón es que estimó
erróneamente que el Sáhara podría sumar un elemento más a la voluntad de
Argelia de convertirse en la potencia regional.
Cuando Francia iba a salir de Marruecos, las
autoridades francesas llamaron a los marroquíes para arreglar el problema de
las fronteras. Los franceses sabían que una parte del Sáhara argelino era en su
origen marroquí, el mismo general De Gaulle dejó escritos al respecto. Entonces
propusieron entregar ese territorio a cambio que Marruecos deje de ayudar a los
independentistas argelinos, acuerdo que fue rechazado. El rey Mohamed V pospuso
el arreglo para cuando los argelinos lograran su independencia, dado que los
consideraba hermanos.
Sin embargo, pero éstos no tuvieron voluntad e
incluso se envolvieron en una guerra con Marruecos en Octubre de 1963. Fue la
guerra de las Arenas, en donde se luchó por el control de la misma zona donde
hoy Argelia tiene confinado al “pueblo saharaui” y estos, a su vez, secuestrada
a una ciudadana española.
Los argelinos pensaban que Marruecos abandonaría
el Sáhara Occidental y que éste se convertiría en un Estado sometido a Argelia,
que tendría así una salida hacia el Océano Atlántico. Marruecos intentó
entonces negociar con el Frente Polisario, pero constató que estaba sometido a
la voluntad de Argelia.
La propaganda en España dice hoy que el Sahara
Occidental pertenece al pueblo saharaui, sin embargo este país nunca hizo
propuestas de descolonización cuando estaba en el desierto.
En filmaciones y crónicas de la época se ve a
los españoles abandonando el Sahara y dejándolo en manos de los marroquíes, en
ningún lado aparece el protagonismo del “pueblo saharaui”.
Hasta 1974-75, España nunca tuvo la idea de
hacer un proyecto de descolonización pero planteado el problema de la aparición
“saharui”, el rey Hassan II de Marruecos aceptó organizar un referéndum. Al
respecto no hubo acuerdo, dado que el Polisario y Argelia sólo deseaban que
voten las 75.000 personas que fueron censadas por España en 1975, hecho absurdo
dado que hoy día existen decenas de miles de matrimonios entre saharauis y
marroquíes, saharuis que han emigrado a otras regiones de Marruecos y
marroquíes que se han radicado en el Sahara.
La pregunta que se plantea al observador neutral
es si hay de verdad una región totalmente autónoma con un pueblo diferente en
el Sáhara. La realidad dice que eso es un mito creado por los españoles, y que
sólo existe en su imaginario.
La postura marroquí sobre el Sáhara no existe
para muchos españoles, dado que Marruecos se ha mantenido ausente de la escena
española, cuando éste es un país que merece que se dé a conocer la tesis
marroquí.
En el enredo y la confusión contribuyen, sin
duda alguna, muchas ONG y comités de ayuda que lucran con la tragedia del
Sahara, y su influencia en organismos multilaterales como la ONU es tan
conocida como su capacidad para desinformar y prolongar conflictos de los que
obtienen beneficios. La razón de un contencioso tan prolongado tiene, como
siempre, condiciones subjetivas. Es que como afirmó un pensador, es más fácil
desintegrar un àtomo que destruir un prejuicio.
Lejos de la independencia
Dijo un pensador que saber escuchar es el mejor
remedio contra la soledad, por ello los que sólo escuchan su propia cantinela
tienen pocas posibilidades de encontrar compañía. Es lo que sucede actualmente
con los desfasados exponentes de la “causa saharaui” en el Sahara Occidental.
La propaganda del Frente Polisario pretende
instalar al respecto que el Reino de Marruecos es un país aislado, con un
régimen político infame, poco menos que un paria de la comunidad internacional.
Paralelamente, se presentan a sí mismos como un dechado de virtudes que
derrocha popularidad.
La verdad es muy distinta. La absoluta mayoría
de los países serios e importantes del mundo jamás han reconocido a la RASD. En
Sudamérica, nunca lo han hecho los países de mayor peso internacional, Chile,
Argentina ni Brasil. Perú congeló sus relaciones con la misma el 9 de Septiembre
de 1996. Paraguay suspendió sus relaciones con la RASD el 3 de enero del
presente año.
Panamá, que había sido el primer país de América
en alojar una embajada de la RASD, ha suspendido sus relaciones con la misma el
20 de noviembre de 2013. El único país americano de peso internacional que
mantiene relaciones con la RASD, Venezuela, es un entusiasta importador del
fosfato del Sahara, cuyo comercio los “saharauis” intentan infructuosamente
bloquear.
Entre los países miembros de la ONU, unos 113
jamás reconocieron a la RASD. Han retirado, suspendido o congelado el
reconocimiento otros 46 países, y apenas unos 34 la reconocen.
También han congelado relaciones o retirado el
reconocimiento a la RASD países como Afganistán, Albania, Barbados, Benín, Burkina
Faso, Burundi, Camboya, Colombia, Costa Rica, Dominica, Granada, Guinea Bissau,
Haiti, India, Kiribati, Madagascar –el primer país que la había reconocido-
Mauricio, Nauru, Papúa Nueva Guinea, República Dominicana, Islas Salomon, San
Vicente y las Granadinas, Santa Lucía, Santo Tomé y Príncipe, Seychelles,
Suazilandia, Togo, o Tuvalu.
Entre los pocos países que quedan para reconocer
a la RASD, demás está decirlo, no existe uno solo que posea predicamente en
materia de relaciones internacionales o esté libre de aislamientos o
conflictos.
A pesar de ello, los líderes de la “RASD”
falsean datos y emiten permanentes consignas que de manera autista, sólo las
publica su propia agencia informativa. Detrás de este escenario, aparecen las
ONG y su profuso despliegue periodístico militante, que como en muchos
conflictos a lo largo y ancho del mundo, se encargan de echar leña al fuego
para soliviantar los ànimos y perpetuar una tragedia de fácil finiquito. Es
bien sabido que en la acción humanitaria hay mucho fraude. Lo que hay detrás de
la enorme proliferación de ONG es un gigantescto negocio, que no puede
subsistir sin conflictos prolongados.
Estos usurpadores de la representatividad
popular instalados en las llamadas ONG, son personajes que se eligen como miembros
a sí mismos y, a pesar de contar con tan débil respaldo popular, reclaman la
totalidad de la representación social y por ende, funciones, derechos y
privilegios que corresponden a entidades legítimas.
Asì un abigarrado conglomerado de estos
personajes reclaman la representación del pueblo español a través de minúsculos
grupos y asociaciones que usualmente superan en número a la suma de sus
miembros, y que dicen expresar solidaridad con el pueblo “saharaui”.
Curiosamente, el líder “saharaui” instrumentado para tantos desmanes por
Argelia, no es oriundo del Sahara y tiene a toda su familia viviendo en
Marruecos sin sufrir represalia alguna.
Anécdotas aparte, quien algo conoce la historia
africana sabe que Mauritania, el actual estado que toma la denominación de la
antigua provincia el imperio romano en el Magreb, es una invención colonial, y
que sus vastos desiertos estuvieron bajo la influencia de Marruecos por siglos.
Dado que los límites reales del territorio de Marruecos alcanzaban el río
Senegal, de ello se desprende que las tierras más del norte del Sahara eran
también marroquíes.
Hacia 1700, fue el sultán marroquí Moulay lsmail
quien designó a los gobernadores de Touat y Teghaza, y al emir de Trarza quien
era uno de sus vasallos. Hacia finales del siglo XVIII la investidura de este
emir seguía bajo la responsabilidad del sultán marroquí.
Las potencias coloniales aprovecharon la
realidad que en el siglo XIX Marruecos había ingresado en un período de
decadencia, y el poder de sus monarcas se encontraba debilitado. Francia sacó
ventaja de esta situación; tomó parte del Sahara marroquí y lo anexó a Argelia.
En los comienzos del siglo XX, esta tendencia se intensificó y España capturó
todo el sur de Marruecos, desde Tarfaya en el norte hasta el territorio francés
de Mauritania en el sur.
En realidad, es absurdo que los límites
coloniales impuestos al desierto del Sahara ayer, por los conquistadores y
esclavistas europeos, tengan que ser hoy respetados por países independientes
como pretenden las raíces intelectuales de los argumentos “saharauis”. Si esto
fuera lo razonable, en Sudamérica no deberían existir países como Paraguay,
Uruguay o Bolivia, que deberían anexarse a la Argentina, pues todos ellos
integraban el Virreinato del Rìo de la Plata en tiempos que eran dominios de
España.
En fin, los argumentos para crear una estado
fallido en el Sahara Occidental son tan absurdos como la lucha por la
independencia de un territorio al que no pueden ingresar extranjeros si no son
autorizados por el gobierno argelino, como hoy sucede en tierras “saharauis”.
Definitivamente, analizando la pura realidad de
este escenario, no cabe duda que el Sahara Occidental está cada vez más lejos
de la independencia.
Sumando aliados
Dijo un filósofo de lo cotidiano que para todo
problema humano hay siempre una solución fácil, clara, plausible y equivocada.
Es lo que acontece con aquellos que proponen la creación de un estado fallido
en el Sahara Occidental, dejándose llevar por su lirismo.
Afortunadamente, la sensatez parece ir ganando
terreno en la comunidad internacional, y con ella, las posibilidades de
aprobación del Plan de Autonomía marroquí para el Sahara.
Durante el corriente año 2014, Marruecos recibió
dos importantes visitas sudamericanas, de cara al debate de su Plan de
Autonomía como solución definitiva al conflicto en el Sahara Occidental. En
enero visitó Rabat el presidente del grupo de amistad parlamentaria
Argentina-Marruecos, diputado Alberto Cejas, quien aclaró a las autoridades que
su país apoya el plan de autonomía marroquí.
También comunicó esa postura a los medios, al
final de un encuentro con el presidente del Consejo Real Consultivo para los
Asuntos del Sahara, (CORCAS), Khalihenna Ould Errachid, subrayando la
convergencia de los puntos de vista entre Argentina y Marruecos sobre el
expediente del Sáhara.
A fines de abril y principios de mayo, Marruecos
recibiò al presidente del Congreso Nacional paraguayo, Julio César Velásquez
Tillería, quien también afirmò en Rabbat que Paraguay apoya una solución a la
cuestión del Sahara bajo los auspicios de la ONU y en el respeto de la
integridad territorial de Marruecos.
"Confirmamos nuestro compromiso a trabajar
para la consolidación de nuestras relaciones con Marruecos y reiteramos nuestra
posición respecto a la cuestión del Sahara que apoya una solución bajo los
auspicios de las Naciones Unidas y en el respeto de la integridad territorial
de Marruecos a fin de llegar lo más antes posible a una solución a esta
cuestión", señaló el titular del Senado de Paraguay a los medios, tras una
entrevista con la ministra delegada ante el ministro de Asuntos Exteriores y
Cooperación, Mbarka Bouaida.
Velázquez visitó el Mausoleo Mohamed V (Sepulcro
Real), donde depositó una corona de flores a nombre del Congreso Nacional
Paraguayo. Seguidamente, mantuvo sendas entrevistas con el Presidente de la
Cámara de los Consejeros, Dr. Mohamed Cheikh Biadillah, y con el Presidente de
la Cámara de Representantes, Sr, Rachid Talbi Alami.
Posteriormente, Velázquez dialogó con la
Viceministra de Asuntos Extranjeros y Cooperación, Mbarka Bouaida, a quien
expresó el compromiso de trabajar para la solución a la cuestión del Sahara.
Velázquez también asistió a un almuerzo ofrecido
por el Presidente de la Cámara de los Consejeros, Mohamed Cheikh Biadillah, y
posteriormente mantuvo entrevistas con el Presidente del Consejo Real Consular
de Asuntos Saharies, Sr. Khalihenna Ould Errachid; con el Ministro del
Interior, Sr. Mohamed Hassad, y, finalmente, con el Jefe de Gobierno, Sr. Abdelillah
Benkirane.
Aunque referentes políticos de otros importantes
países sudamericanos como Brasil, Chile o Venezuela acostumbran declamar su
solidaridad con la “causa saharaui” del Frente Polisario, que rechaza el plan
de autonomìa marroquí, esa retórica no tiene acción consecuente. Todos estos
países, incluso Venezuela, participan del comercio del fosfato sahariano que
los “saharauis” intentan infructuosamente bloquear.
El plan marroquí de autonomía para el Sahara
Occidental es la única salida “seria, realista y creíble”, según expresó el
gobierno de Estados Unidos bajo la administración de Barack Obama. Las buenas
relaciones entre Estados Unidos y Marruecos se remontan al tiempo en que el
Sultán Mohammed III fue el primero jefe de estado del mundo en reconocer la
independencia norteamericana, en 1777. En 1789, George Washington le escribió
una famosa carta de agradecimiento a Mohammed, que fue recordada por John F,
Kennedy al rey Hassan II, cuando éste visitó Washington en marzo de 1963.
Washington también considera que el Plan de
Autonomía es la única vía para mejorar la situación de los Derechos Humanos en
ese territorio, donde actualmente se encuentra secuestrada en un campamento
saharaui la española Mayuba Handidaf. En tanto Marruecos siempre aclaró que su
plan de autonomía es flexible, la contraparte se ha empeñado una y otra vez en
evitar las coincidencias que puedan acabar con la tragedia de los campamentos
de refugiados saharauis en Argelia.
No es fácil advertir cuál de las dos posiciones
es más adecuada. Es bien sabido que un mal plan es sobre todo aquel que no
puede ser alterado.
Atrocidades polisarias
Dijo Ryszard Kapuściński que cuando se
descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante,y
un buen ejemplo lo constituyen las campañas de desinformación sobre el Sahara
Occidental, donde las atrocidades cometidas por el Frente Polisario son
ocultadas a la opinión pública mientras se enfatizan hechos imaginarios de
arbitrariedad que invariablemente, se atribuyen al gobierno de Marruecos.
Buscando mostrar la otra cara de la moneda, el
mes pasado las mujeres saharauis, con las caras cubiertas con velo,
participaron por primera vez en una manifestación contra los dirigentes del
Polisario en el campamento de Rabuni. Las manifestantes se reunieron durante
una sentada observada fuera de las oficinas del Alto Comisionado de las
Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), para denunciar el silencio de las
organizaciones internacionales y la pasividad de las autoridades argelinas
sobre los abusos y graves violaciones cometidos por el Polisario, de los
derechos y libertades en los campamentos de Tinduf.
Las manifestantes saharauis, entre ellos muchos
activistas del Movimiento de Jóvenes por el Cambio “MJPC” denunciaron a través
de lemas, las imposiciones de las milicias del Polisario a los civiles en los
campamentos. Entre otras iniquidades, denunciaron el acoso sexual del cual son
a menudo victimas las viudas cuando van a pedir su ración de la ayuda alimentaria
internacional. También enviaron videos denunciando la malversación de la ayuda
internacional y las prácticas inhumanas contra los secuestrados de Tinduf.
También exigieron a las ONG de la región que
investiguen los abusos y graves violaciónes cometidos por los torturadores y
carceleros del Polisario en la horrorosa cárcel de “Al Rashid.”
Las denuncias no son nuevas, dado que incluso
existen juicios abiertos en España por estos abusos, y recurrentes protestas
contra el Polisario de activistas por los Derechos Humanos ante el Consejo de
los Derechos Humanos (CDH) de la ONU en Ginebra. También recientemente, se
desató una violenta manifestación en el campamento de El Aaiún, organizada por
miembros de la tribu Rguibates-Jenhas, soliviantados por la detención de uno de
los suyos, Ghilani Lahcen, un firme opositor de la dirección del Polisario.
El ejército argelino intervino en los
disturbios, demostrando quiénes son los verdaderos amos de un pueblo que dice
estar luchando por su “independencia”. Curioso concepto de soberanía el de los
saharauis, dado que para dialogar con ellos se debe contar con autorización de
Argelia.
También el comité internacional para el respeto
y la aplicación de la carta africana de los derechos humanos y de los pueblos
(CICAR), ha llamado la atención sobre estas graves violaciones de los derechos
humanos en los campamentos de Tinduf. Denuncian que millares de personas estàn
secuestradas, sin defensa, ni recursos. El CIRAC ha citado un informe elaborado
en el 2010 por Amnistia Internacional, y que confirma que el Frente Polisario
había confesado sus mismas atrocidades.
Ya durante los años 70 y hasta finales de los
80; aproximadamente 300 familias de civiles canarios se vieron afectadas por
actos violentos. La mayoría fueron terribles explosiones de bombas que
afectaron a operarios de la empresa española Fosbucrá, además de
desapariciones, ametrallamientos, hundimientos y secuestros masivos a marineros
españoles que faenaban en el caladero canario-africano, en el Sáhara español.
Los ametrallamientos y abordajes por el
Polisario de pesqueros españoles desde mediados de los 70 y hasta finales de
los 80 fueron numerosos. Uno de los ataques más sangrientos se produjo el 29 de
noviembre de 1978, dos años antes de la desaparición del Mencey de Abona,
cuando activistas saharauis asaltaron el Cruz del Mar y asesinaron a siete de
sus 10 tripulantes. Los otros tres lograron salvar la vida arrojándose al mar.
El 3 de noviembre de 1980, el pesquero grancanario Mencey de Abona desapareció
a escasas millas de las costas del Sahara. Un mes más tarde el cadáver de
Domingo Quintana, uno de los 17 tripulantes del barco, apareció flotando en el
mar, atado de pies y manos y con signos evidentes de haber sido brutalmente
golpeado y estrangulado antes de ser arrojado por la borda. Los cuerpos de sus
16 compañeros jamás fueron recuperados.
El 10 de enero de 1976 -hoy se cumplen 35 años-
dos potentes bombas colocadas por los saharauis hicieron explosión junto a la
cinta transportadora de fosfatos al paso de un convoy civil que se dirigía a El
Aaiún. El conductor de uno de los vehículos, Raimundo Peñalver, falleció en el
acto, y otros tres trabajadores españoles -entre ellos Francisco Jiménez, el
padre de Lucía- resultaron gravemente heridos.
La explosión dejó ciego y sordo a Francisco, que
falleció en 2006, un año antes de que el Gobierno de José Luis Rodríguez
Zapatero reconociera, demasiado tarde, su condición de víctima del terrorismo.
Numerosos españoles asesinados, heridos o secuestrados por el Frente Polisario,
pese a haber ganado demandas judiciales, aún aguardan reparación moral e
indemnización económica.
"En los últimos 35 años se ha construido
una propaganda romántica en torno al Frente Polisario que no es real",
afirma la presidenta de Acavite (Asociación Canaria de Víctimas del
Terrorismo). La izquierda latinoamericana y la Cuba anti-imperialista se
encuentra entre los más entusiastas difusores de esa imagen falsa, a pesar de
que la “causa saharaui” ha contado en el pasado reciente con aliados tan
imperialistas como Frank Ruddy, el fallecido ex administrador adjunto de la
USAID (Siempre señalada por sus vínculos con la CIA) y diplomático investido
nada más y nada menos que por Ronald Reagan.
Se ha dicho que no porque todo el mundo crea en
una falsedad ésta se convierte en verdad. Es que como dijera Cervantes, la
falsedad tiene alas y vuela, y la verdad la sigue arrastrándose. La
desinformación en torno al “Sahara Occidental” y el Frente Polisario es una
confirmación más de esa regla.
Rebelión en el Sahara
Escribió Bonaparte que la independencia, igual
que el honor, es una isla rocosa sin playas. Es exactamente en lo que se han
convertido los campamentos en el desierto del Sahara, donde el Frente Polisario
sacrifica al pueblo por cuya independencia dice luchar.
Estos magrebíes secuestrados, que sobreviven en
los campamentos de Tinduf, en realidad son cada vez más concientes de ser solo
son rehenes al servicio de los cálculos políticos de los generales argelinos en
la región, que a su vez son encubierto por la propaganda de las ONG que tienen
intereses en mantener el conflicto para seguir lucrando con él e inundan con su
propaganda los medios de todo el mundo.
La situación se asemeja bastante a los indígenas
en países latinoamericanos como Paraguay, que generalmente se hacen visibles a
los medios en plazas y otros espacios públicos de las ciudades, siguiendo
directivas de los activistas de las ONG, que los utilizan para recaudar grandes
sumas de ayuda internacional.
En estos campos olvidados del mundo, los pueblos
saharianos no tienen derecho a la libre expresión, así como la prensa
independiente no tiene acceso al lugar para dialogar con esta misma gente, que
la propaganda de las ONG que lucran con la tragedia de estos pueblos presenta
como víctimas del maléfico Reino de Marruecos. Lo peor de todo es que nadie en
estos campamentos tiene derecho a abandonarlos sin autorización de la DRS
argelina, que solo puede ser gestionada a través del Frente Polisario.
Por otra parte, la corrupción y otras prácticas
delictivas como la utilización ilegal de la ayuda internacional en los
campamentos de Tinduf ha sido denunciadas por ONG defensoras de los derechos
humanos como la Fundación France Libertés, que fue creada por la difunta
Danielle Mitterrand, esposa del que fue presidente de Francia, François
Mitterrand.
Varias protestas se han sucedido al interior de
los campamentos en los últimos tiempos, obligando en más de una ocasión al
mismo líder del Polisario a huir del campamento de Rabuni, sede de su cuartel general.
En su huida le acompañó su esposa Khadija Bent Hamdi, a la que fuentes internas
acusan de malversar la ayuda internacional.
Gran parte del descontento proviene del sector
juvenil, que carece de respuestas de cara al futuro por parte de sus autoridades,
que sostienen un conflicto absurdo basado en intereses creados.
Varios de ellos han intentado huir en los
últimos tiempos, pero la empresa no es fácil dado que se exponen a las
represalias argelinas. Se han denunciado varios casos en que refugiados que
desean abandonar los campos son violentamente golpeados y humillados por
soldados argelinas que luego los entregan a los servicios de seguridad del
Polisario.
Paralelamente, manifestantes han denunciado en
numerosas oportunidades la pasividad y cobardía de las autoridades “saharauis”
ante torturas y vejaciones que los militares argelinos les hacen vivir
continuamente en estos campamentos.
Para colmo de absurdos, estos campamentos
monitoreados por Argelia se encuentran en Tinfouf, anexada en 1934 por la
administración francesa de Argelia. Luego de la independencia los argelinos
simplemente no respetaron un acuerdo del año 1961 firmado entre el rey de
marruecos Hassan II y Ferhat Abbas, que establecía claramente que respetar los
límites del Sahara heredados por Argelia de la época colonial no puede
constituir una obligación de Marruecos.
Ya el naturalista y explorador francés Théodore
André Monod había consignado que no le quedaba duda alguna de que Tindouf era
por arquitectura, indumentaria de sus habitantes y cultura, un poblado
netamente marroquí. “En Tindouf has llegado al Ksar(castillo) marroquí más
sureño, no hay duda de ello” escribió
En realidad, es absurdo que los límites
coloniales impuestos por los europeos tengan que ser respetados por países
independientes, como es absurdo luchar por la independencia de un territorio y
tener que ser autorizados por el gobierno argelino para recibir extranjeros,
como sucede con los saharauis.
Sin embargo, la “causa” saharaui sigue
recibiendo justificación de los interesados en perpetuar la tragedia de los
pueblos del Sahara mientras puedan convertir en negocio a la desinformación y a
la ayuda internacional. Probablemente la farsa concluirá cuando acabe la
paciencia de los pueblos y la realidad social de las víctimas desborde a las
mismas autoridades que dicen luchar con ellas, con una gran rebelión contra el
Polisario en el Sahara Occidental.
Es que como lo advirtiera hace ya decenas de
siglos Marco Tulio Cicerón, no hay absurdo que no haya sido apoyado alguna vez
por algún filósofo.
Felipe VI y el Sahara
Marruecos, como ya sucedió muchas veces con
gobernantes españoles, fue el primer destino del recientemente coronado rey
Felipe VI fuera de la Unión Europea.
Mohamed VI y Felipe VI se entrevistaron a mediados
del presente mes de Julio en el Palacio Real de Rabat, donde el monarca español
agradeció al rey alaouí la ratificación del acuerdo de pesca con la Unión
Europea, aprobado por la Eurocámara en diciembre pasado, y que sólo estaba
pendiente de la firma del rey de Marruecos.
El acuerdo resultó altamente beneficioso para
España, que se lleva un centenar de las 126 licencias concedidas, sobre todo a
andaluces y canarios. Este trato dará trabajo a unos 1.500 tripulantes de
navíos pesqueros, además de incrementar en un tercio las posibilidades de pesca
para la flota comunitaria..
Durante su estadía en el reino norafricano, el
Rey marroquí ha impuesto a Felipe VI el Wissam Al Mohammadi, la más alta
condecoración del reino alauí. Presenciaron el acto la esposa de Mohamed VI,
Lalla Salma, su hermano, Mulay Rachid, y sus hermanas Lalla Asma, Lalla Hasna y
Lalla Meriem.
Los Reyes de España fueron agasajados a su
llegada con un iftar en su honor, la única comida del día con la que los
musulmanes rompen el ayuno durante el mes de Ramadán.
Las visitas de jefes de Estado y de Gobierno no
son habituales en Ramadán, cuando casi se paraliza la actividad del país, por
lo que la predisposición de Marruecos para recibir a los reyes de España en
estas fechas constituye una deferencia muy especial.
En Marruecos existen unas 800 empresas españolas
instaladas, pero las que realizan negocios entre ambos países involucrados
suman unas veinte mil. Los estrechos lazos entre España y Marruecos
exteriorizados durante esta visita reflejan la voluntad mancomunada para
enfocar los conflictos planteados por los asuntos de Ceuta, Melilla, y sobre
todo el Sáhara Occidental.
Este nuevo acercamiento español, como era
previsible, desató la ira del separatismo saharauis, cuyos líderes advirtieron
en tono de amenaza que España se arrepentirá de no haber apoyado la causa
saharaui.
El revés sufrido por los saharauis con España se
sumó a la humillante objeción a recibir a Joaquim Chissano, que pretendía
hablar a favor de ellos en nombre de la Unión Africana, por parte de Pekín y
Moscú.
Desde hace cuarenta años, un grupo apoyado por
Argelia viene realizando una infructuosa campaña separatista con respaldo de
las ONG que lucran con el conflicto y su prensa adicta.
La posición de Marruecos fue siempre apetecida.
Lo demostró ya el Imperio Romano, que la ocupó y dio el nombre de Mauritania
Tingitana, y al que siguieron visigodos, bizantinos, árabes, españoles,
ingleses y franceses. De allí habían venido a poblar la península los íberos
que encontró Julio César en tiempos de la expansión del Imperio romano, de allí
que los constructores de la Alhambra son abuelos de los españoles actuales y
también de los actuales marroquíes.
No resulta extraño, pues, que Argelia pretenda
amputar a Marruecos su territorio en busca de una salida atlántica que lo
rescate de su confinamiento al Mediterráneo, y para ello instrumenta la “causa
saharaui”.
Para justificar su “reclamo” de contramano a las
razones políticas, históricas y económicas, los argelinos solventan varios
campamentos, uno de ellos en Tinfouf (hoy en territorio de Argelia).
Precisamente sobre esta ciudad el explorador y
naturalista francés Theodore Monod había señalado: “Cuando llegáis a Tindouf,
has llegado al primer Ksar (castillo) marroquí. Tanto la arquitectura como la
indumentaria constituyen testimonios fidedignos de ello”.
Desde tiempos del imperio almorávide (que era un
imperio marroquí) todas las rutas que atravesaban el Sáhara y comunicaban el
oeste africano con el Mediterráneo estaban bajo control marroquí. Fue con estas
realidades en la mano que Hassan II declaró que recuperando el Sáhara
Occidental restablecía las raíces de un árbol cuyas ramas ascendían al
Mediterráneo. Esta realidad histórica y política incontestable tropieza con la
visión que tiene la vieja Europa colonialista y eurocéntrica, y los intereses
de sus activistas que viven en las ONG invocando supuestas causas altruistas,
así como la falta de sinceridad en la política exterior de Argelia.
En este conflicto del norte de Africa muchos
países latinoamericanos se han asomado con ojos ajenos cometiendo graves
errores de apreciación, en desmedro de sus propios intereses, tomando partido
por violentistas que se empecinan en crear un estado fallido.
El acercamiento de España a Marruecos
constituye, en fin, cuando menos una señal para la hispanidad de replantearse
la cuestión y repensar el Magreb, territorio poéticamente interpretado como un
pedazo de Latinoamérica en Africa por el preclaro líder del Partido del
Progreso y el Socialismo marroquí, Moulay Ismail Alaoui.
Y recordar sobre todo que se trata de la llave
del estrecho de Gibraltar; el camino de las Canarias, las colonias y la
hispanidad americana; el camino a los dos mundos entrelazados de los árabes y
el Islam; la España genuina disfrazada con turbante. Un pedazo de Latinoamérica
en el estratégico Estrecho de Gibraltar.
Yihad en el desierto?
Dijo Gandhi que la violencia es el miedo a los
ideales de los demás, y observando al conflictivo grupo que Argelia inspiró y
sufragó para lograr una salida al Atlántico a través del Sahara Occidental, es
fácil advertir cuanta verdad encierra la frase.
La violencia está presente en todo lo
relacionado al Frente Polisario, grupo que lidera la “lucha” por el Sahara
Occidental, e impregnan inclusive en las palabras que dedican a sus
detractores.
Según analistas de la situación del Magreb, el
yihadismo también avanza de manera alarmante en los campamentos de refugiados y
deportados saharauis en Tinduf (Sáhara argelino).
Decenas de miles de personas viven pasan
permanentes penurias en los campamentos solventados por Argelia y ciertas ONG
fantasmas que lucran con el conflicto del Sahara, en medio del desierto, donde
subsisten pidiendo ayuda internacional y solidaridad para una causa sin visos de
éxito alguno.
La malversación de esa ayuda, para mayor
desánimo, fue denunciada por France Libertés, ONG que fue creada por la difunta
Danielle Mitterrand, esposa del que fue presidente de Francia, François
Mitterrand.
La mayoría de los “saharauis” viven en estos
campamentos en una condición muy cercana a secuestrados, en medio de dolorosas
precariedades y necesidades, tan sólo para justificar el lucro de los
dirigentes del Polisario y de la denominada República Árabe Saharaui
Democrática (RASD), fantoches al servicio de los generales argelinos que se dan
la gran vida con el pretexto de una lucha independentista sin destino.
Aunque el Frente Polisario desmiente sus
vínculos con el terrorismo y acusa a medio mundo de estar manipulado por los
servicios secretos marroquíes, el oro del rey de Marruecos o el majzen, lo
cierto es que la frustración que embarga a la juventud y el libreto fanatizado
del Polisario constituye un criadero de radicalismo.
Muchos jóvenes saharuis que han sido ganados por
el desencanto, y ya no creen en Mohamed Abdelaziz, advierten que algunas
mezquitas de Tinduf se han convertido en lugares donde los yihadistas reclutan
a seguidores para unirse al combate. Según ‘futurosaharaui’, la dirección del
movimiento independentista se plantea enviar imanes a la wilaya (provincia)
argelina de Adrar para que reciban una formación islámica moderada, hecho que
ya en sí implica preocupación en filas del Polisario por el creciente
yihadismo. La misma ONU, en su último informe sobre el conflicto saharaui
alertó sobre “una frustración cada vez más grande en las poblaciones de los
campos de Tinduf, sobre todo entre los jóvenes”, y destacó la existencia de
“importantes actividades criminales y extremistas en la región”. Incluso un
dirigente del Polisario residente en España reconoció que “en Tinduf hay
jóvenes que se han dejado manipular por los yihadistas, porque los extremistas
están entre nosotros como en todos partes”, Los antecedentes de violencia en
filas saharauis son bien conocidos.
Para dimensionar la tendencia, basta recordar
que décadas atrás, un grupo de estos extremistas fueron tan audaces como para
abrir fuego contra el patrullero naval español Tagomago P22, matando a
uniformados a bordo, o mencionar que el mismo territorio continental de España
aparece en un mapa de propaganda del Estado Islámico como ocupado por infieles.
En la serie de atentados terroristas perpetrados por estos extremistas, también
perdieron la vida decenas de civiles españoles y ciudadanos de otras
nacionalidades que simplemente ejercían su oficio de pescadores, mineros o
camioneros.
No es muy fácil comprender que a medida que su
discurso se radicaliza y la causa “saharaui” se torna políticamente más
marginal, crecen las posibilidades de incubar yihadistas en sus filas, con más
razón considerando la sensación de impotencia que los embarga al ser ignorados
por la comunidad internacional. Tal es su autismo, que no advierten que sus
inflamadas consignas sólo las publica su propia prensa militante a través de su
propia agencia informativa.
La violencia es también, como expresara Isaac
Asimov, el último recurso del incompetente. La incapacidad del Polisario para
convencer de la justicia de su “causa” en el Sahara Occidental, es un buen
ejemplo.
Mas allá del Sahara
Dicen que muchas veces entre la derecha y la
izquierda sólo existe una comedia, y el mito compartido por ambas sober el
Sahara Occidental es un ejemplo al respecto.
Quien conoce la historia del Àfrica sabe que la
reivindicación marroquí sobre el Sáhara es absolutamente incontestable, y que
este país estuvo en posesión de ese territorio por tanto tiempo que no puede
existir una duda razonable al respecto. Nada más y nada menos que cinco
dinastías reales marroquíes emergieron de lo que hoy se llama Sáhara
Occidental, el gran sur saharaui. La primera de estas dinastías, por citar una,
era la almorávide, que se extendía desde el valle del Senegal hasta el centro
de España construyendo el imperio de las dos riberas, que era un imperio marroquí.
También existían realidades políticas y
económicas. Todo el valle del río Senegal y el valle del río Níger estaban
orientados y pendientes de Marruecos. En el siglo XVI, incluso Tombuctú era una
ciudad marroquí, y el rezo en esa ciudad se proclamaba en nombre del sultán de
Marruecos. El mismo Pasha con jurisdicción sobre Tombuctú era marroquí, y
Mauritania misma era una dependencia de Marruecos, que investía sus emires.
Esta raigambre histórica marroquí creó un
complejo de inferioridad en algunos estados como el de Argelia, que miran con
envidia a Marruecos, un antiguo estado nación. Como referencia basta señalar
que cuando Hugo Capeto era rey de Francia en el año 987, la monarquía marroquí
ya tenía casi dos siglos de antigüedad. Este estratégico país del norte del
Africa tuvo la mala fortuna de ser ampliamente amputado durante el período
colonial, al este y el sur. Responsable de esta amputación fue en gran medida
Francia, que le cercenó un gran territorio al este cuando creó Argelia,
empujando al oeste las fronteras de Marruecos.
Sobre el punto, Mokhtar Ould Daddah, en
“Mauritania contra olas y mareas” consigna el acierto del general francés
Charles de Gaulle cuando insistió en la importancia que la República Islámica
de Mauritania salve sus diferencias con Marruecos. Al tiempo de especificar que
Francia mantenía su compromiso de defender la integridad del territorio de
Mauritania, recuerda que De Gaulle le expresó: “Francia se sentiría muy
incómoda si tuviera que luchar contra Marruecos si este país decidiera invadir
Mauritania. Esta posibilidad es muy previsible porque Marruecos restituirá
Tindouf a su administración luego del fin inminente de la guerra argelina. En
primera instancia, porque tanto la región como la ciudad son marroquíes y han
sido cedidas a Argelia por Francia, la cual considera que un retorno a un
reinado jerifano sería una situación obvia. En segunda instancia, existe un
acuerdo entre Marruecos y el PGAR para realizar una corrección a los límites
entre ambos países luego de la independencia argelina. Tal corrección incluirá
probablemente Tindouf dentro del territorio marroquí.”
El mismo naturalista y explorador francés
Théodore André Monod había consignado que no le quedaba duda alguna de que
Tindouf era por arquitectura, indumentaria de sus habitantes y cultura, un
poblado netamente marroquí. “En Tindouf has llegado al Ksar(castillo) marroquí
más sureño, no hay duda de ello” escribió.
Sin embargo, Tinfouf fue anexada en 1934 por la
administración francesa de Argelia, y luego de la independencia los argelinos
simplemente no respetaron un acuerdo del año 1961 firmado entre el rey de
marruecos Hassan II y Ferhat Abbas, entonces presidente del gobierno
provisional de la república de Argelia. En ese tratado se establecía claramente
que respetar los límites del Sahara heredados por Argelia de la época colonial
no pueden constituir una obligación de Marruecos.
En realidad, es absurdo que los límites
coloniales impuestos por los europeos tengan que ser respetados por países
independientes, como es absurdo luchar por la independencia de un territorio y
tener que ser autorizados por el gobierno argelino para recibir extranjeros,
como sucede con los saharauis.
Al sur Marruecos también sufrió una amplia
amputación a manos de España, dando origen a una entidad que hoy muchos llaman
Sáhara Occidental.
Las raíces de varias dinastías de reyes
marroquíes fueron así cortadas por esta ocupación española, que estableció en
conjunto con la ocupación francesa unas fronteras artificiales, inventadas por
los conquistadores europeos. La disputa con Argelia estaba cantada, dado que
este país se había adjudicado el este de Marruecos hasta la región de Colomb
Beshar (Béchar), que siempre había estado en territorio marroquí, al igual que
Tinduf. Marruecos logró recuperar, sin embargo, la región sur de su territorio
–el “Sahara Occidental”- que en medio de dudas, España buscaba independizar
para conservar su influencia en África, desde siempre ligada a sentimientos
nacionalistas del ejército español. Fue entonces que el rey Hasan II de
Marruecos se dirigió a la Corte Internacional de Justicia, en respuesta a la
pretensión española de crear una ficticia entidad llamada Sáhara Occidental,
para inventar al sur de Marruecos un estado tan artificial como Argelia, creada
por Francia. Para sobrevivir, el estado “saharaui” tendría que contar con apoyo
de Madrid, y se convertiría en un estado frágil, inestable y totalmente
dependiente de España. La posta intervencionista sería tomada por Argelia, que
siempre padeció un complejo de inferioridad con respecto a Marruecos, sobre
todo por su carencia de raigambre histórica para justificar su propia
existencia como estado-nación. Aunque Túnez y Marruecos siempre existieron,
cuando Francia llegó a lo que hoy es Argelia este país era una dependencia
turca, totalmente disociada, y no existía un estado argelino aunque hubiera un
reino de Tremecén y existieran otras entidades.
Dijo el poeta italiano de origen germano Aruto
Graf que la locura y la cordura son dos países limítrofes, de fronteras tan
imperceptibles, que nunca puedes saber con seguridad si te encuentras en el
territorio de la una o en el territorio de la otra. Podría decirse lo mismo de
quienes dicen luchar por su independencia participando del montaje argelino de
los saharaui, aunque solo sean ONG que invocan causas altruistas para embolsar
ayuda internacional.
Sahara Marroquí, hasta el fin de los tiempos
Dijo un pensador
que una inteligencia superior se reconoce cuando es capaz de sostener dos ideas
contrarias en la misma mente, y es lo que al parecer se manifiesta cuando
algunos voceros de autoridades de América Latina pontifican sobre la cuestión
del Sahara Occidental.
A pesar de las proclamas inflamadas de algunos
de estos referentes políticos latinoamericanos, en la realidad las expresiones
de deseos, gestos y palabras, no tienen acción consecuente.
Un ejemplo es el tema del fosfato del Sahara.
A lo largo de décadas, el Frente Polisario y los
saharauis han apelado a todo tipo de campañas mediáticas para intentar evitar
que Marruecos ejerza su legítima soberanía sobre su ancestral territorio del
Sahara. En su afán de impedir que Marruecos venda los productos de un
territorio que le pertenece, incluso han consumado atentados terroristas contra
pesqueros y operarios de nacionalidad española, que quedaron impunes.
Pero a pesar de toda la propaganda que realizan
contra Marruecos, en América Latina los países más importantes como Argentina,
Brasil, Chile y Venezuela siguen comerciando con Marruecos ese producto
ignorando el imaginario bloqueo comercial que los títeres de Argelia agrupados
en el Frente Polisario pretenden imponer.
Una intensa campaña que se sabe dirigida por
Ramatane Lamamra y la diplomacia argelina establece constante presión sobre
Francia y España, endilgando a sus respectivos gobiernos la responsabilidad de
apoyar el plan de autonomía propuesto por Marruecos para poner fin a este
conflicto. Paralelamente atacan de manera deliberadamente violenta, el Consejo
de Seguridad de la ONU, acusadolo de “complicidad” con Marruecos.
Las autoridades de Rabat han manifestado en
numerosas ocasiones que este conflicto, heredado de la guerra fría, se
resolverá el día que Argel lo desee y deje de maniobrar con sus marionetas en
el Sahara marroquí.
Detrás de este escenario, aparecen las ONG y su
profuso despliegue periodístico militante, que como en muchos conflictos a lo
largo y ancho del mundo, se encargan de echar leña al fuego para soliviantar
los ànimos y perpetuar una tragedia de fácil finiquito.
Estos usurpadores de la representatividad
popular instalados en las llamadas ONG, son personajes que se eligen como
miembros a sí mismos y, a pesar de contar con tan débil respaldo popular,
reclaman la totalidad de la representación social y por ende, funciones,
derechos y privilegios que corresponden a entidades legítimas.
Asì un abigarrado conglomerado de estos
personajes reclaman la representación del pueblo español a través de minúsculos
grupos y asociaciones que usualmente superan en número a la suma de sus
miembros, y que dicen expresar solidaridad con el pueblo “saharaui”.
Curiosamente, el líder “saharaui” instrumentado para tantos desmanes por
Argelia, no es oriundo del Sahara y tiene a toda su familia viviendo en
Marruecos sin sufrir represalia alguna.
Anécdotas aparte, quien algo conoce la historia
africana sabe que Mauritania, el actual estado que toma la denominación de la
antigua provincia el imperio romano en el Magreb, es una invención colonial, y
que sus vastos desiertos estuvieron bajo la influencia de Marruecos por siglos.
Dado que los límites reales del territorio de Marruecos alcanzaban el río
Senegal, de ello se desprende que las tierras más del norte del Sahara eran
también marroquíes.
Hacia 1700, fue el sultán marroquí Moulay lsmail
quien designó a los gobernadores de Touat y Teghaza, y al emir de Trarza quien
era uno de sus vasallos. Hacia finales del siglo XVIII la investidura de este
emir seguía bajo la responsabilidad del sultán marroquí.
Las potencias coloniales aprovecharon la
realidad que en el siglo XIX Marruecos había ingresado en un período de
decadencia, y el poder de sus monarcas se encontraba debilitado. Francia sacó
ventaja de esta situación; tomó parte del Sahara marroquí y lo anexó a Argelia.
En los comienzos del siglo XX, esta tendencia se intensificó y España capturó
todo el sur de Marruecos, desde Tarfaya en el norte hasta el territorio francés
de Mauritania en el sur.
En realidad, es absurdo que los límites
coloniales impuestos al desierto del Sahara ayer, por los conquistadores y
esclavistas europeos, tengan que ser hoy respetados por países independientes
como pretenden las raíces intelectuales de los argumentos “saharauis”. Si esto
fuera lo razonable, en Sudamérica no deberían existir países como Paraguay,
Uruguay o Bolivia, que deberían anexarse a la Argentina, pues todos ellos
integraban el Virreinato del Rìo de la Plata en tiempos que eran dominios de
España.
En fin, los argumentos para crear una estado
fallido en el Sahara Occidental son tan absurdos como la lucha por la
independencia de un territorio al que no pueden ingresar extranjeros si no son
autorizados por el gobierno argelino, como hoy sucede en tierras “saharauis”.
Si como escribiera un pensador la lucha
organizada y consciente emprendida por un pueblo colonizado para restablecer la
soberanía de la nación constituye la manifestación más plenamente cultural que
existe, simplemente deja de ser tal cuando descansa sobre la matriz colonial de
sus mismos opresores.
Frágil memoria de España ante el terrorismo
El 24 de Septiembre de 1985 el presidente del
gobierno español Felipe Gonzalez partía rumbo a México y New York, cuando fue
abordado por la prensa española. “Espero que la liberación de los pescadores se
produzca hoy o mañana, pero hasta que no se resuelva el problema humano no voy
a hacer ningún tipo de manifestación de otra naturaleza”, señalaba en alusión
al ataque sufrido por el pesquero “Junquito”, cobardemente agredido por el
Frente Polisario en aguas marroquíes, pocos días antes.
Guillermo Batista Figueroa, de 63 años, casado y
con tres hijos, era contramaestre de El junquito, y fue la mortal víctima del
ametrallamiento. La embarcación pacífica quedó varada en el lugar del suceso, y
en su casco se apreciaban cuatro orificios por encima de la línea de flotación.
Estos Impactos habían sido originados desde tierra, "de forma
instantánea", por una ametralladora de 12,7 milímetros y por unas granadas
anticarro.
Los seis tripulantes sobrevivientes de la
embarcación fueron secuestrados, y una profunda consternación embargó los
espíritus de los que seguían los hechos por la prensa.
Pero la sed de sangre del Polisario todavía no
se había aplacado con la de Batista.
El 21 de septiembre de 1985 mientras buscaba al
pesquero "Junquito", el patrullero español Tagomago P22 recibió 48
impactos de entre 12,7 y 106 mm desde costa, lamentando la pérdida del Cabo
Segundo José Manuel Castro Rodríguez. Se destacó la notable labor del Alférez
Médico D. Antonio José Acosta Martínez, quien salvó la vida de varios heridos.
Al frente de una dotación de 28 hombres de que constaba esta patrullera,
figuraba un teniente de navío apellidado Olmo, que ordenó a su nave alejarse
del lugar.
Ambos navíos españoles, el Junquito y el
Tagomago, fueron atacados a 1,5 millas de la costa sahariana, en una zona
marítima cercana a la frontera entre el antiguo Sáhara español y Mauritania,
donde existìa la ventana de seguridad (zona de guerra) más alejada al sur del
territorio del Sáhara occidental administrado por Marruecos.
El Frente Polisario jamás negó los ataques, e
incluso llamó a la redacción del diario El País de España para reivindicarlos.
Era el agradecimiento que recibía Madrid pocos meses después de haber votado,
en las Naciones Unidas, una resolución favorable al derecho de
autodeterminación del pueblo saharaui.
Como derivación de los graves hechos Ahmed
Bujari, representante del Frente Polisario para Europa, fue detenido el 2 de
Octubre de 1985 por la policía española y luego conducido al aeropuerto de
Madrid-Barajas, desde donde fue expulsado de España.
Pero los incidentes del Junquito y el Tagomago
distan mucho de haber sido los únicos.
El 29 de noviembre de 1978, activistas saharauis
asaltaron el Cruz del Mar y asesinaron a siete de sus 10 tripulantes. Los otros
tres lograron salvar la vida arrojándose al mar. El 3 de noviembre de 1980, el
pesquero grancanario Mencey de Abona desapareció a escasas millas de las costas
del Sahara. Un mes más tarde el cadáver de Domingo Quintana, uno de los 17
tripulantes del barco, apareció flotando en el mar, atado de pies y manos y con
signos evidentes de haber sido brutalmente golpeado y estrangulado antes de ser
arrojado por la borda. Los cuerpos de sus 16 compañeros jamás fueron
recuperados.
El 10 de enero de 1976 dos potentes bombas
colocadas por los saharauis hicieron explosión junto a la cinta transportadora
de fosfatos al paso de un convoy civil que se dirigía a El Aaiún. El conductor
de uno de los vehículos, Raimundo Peñalver, falleció en el acto, y otros tres
trabajadores españoles -entre ellos Francisco Jiménez, el padre de Lucía-
resultaron gravemente heridos.
La explosión dejó ciego y sordo a Francisco, que
falleció en 2006, un año antes de que el Gobierno de José Luis Rodríguez
Zapatero reconociera, demasiado tarde, su condición de víctima del terrorismo.
Numerosos españoles asesinados, heridos o secuestrados por el Frente Polisario,
pese a haber ganado demandas judiciales, aún aguardan reparación moral e
indemnización económica.
Aunque por estas fechas se cumplieron ya casi
tres décadas desde los incidentes del Junquito y el Tagomago, el Frente
Polisario, con la ayuda económica de Argelia (que pretende una salida al
Atlántico), sigue amenazando con violencia e insistiendo en crear un Estado
independiente. Sobre el mismo, analistas internacionales ponen de manifiesto
que estaría abocado, sin remedio, a convertirse en un Estado fallido que
comprometería la estabilidad en toda la región.
Lo peor de todo es la frágil memoria de España,
que olvida los desmanes ya ocasionados por el Polisario y sigue inspirando y
sufragando activistas de ONG que lucran con la “causa” del Sahara Occidental.
El olvido de estos españoles, obviamente, está lleno de memoria.
Es como ya lo advirtiera un famoso pensador
sobre la memoria, nunca debe guardarse en la cabeza aquello que cabe en un
bolsillo.
Haciendo el ridículo en América Latina
La posición de Marruecos fue siempre apetecida.
Lo demostró ya el Imperio Romano, que la ocupó y dio el nombre de Mauritania
Tingitana, y al que siguieron visigodos, bizantinos, árabes, españoles,
ingleses y franceses. De allí habían venido a poblar la península los íberos
que encontró Julio César en tiempos de la expansión del Imperio romano, de allí
que los constructores de la Alhambra sean abuelos de los españoles actuales y
también de los actuales marroquíes.
Relata el geógrafo francés Gautier, que hasta no
hace mucho y quizá todavía, las familias andaluzas de Marruecos conservaban
preciosamente guardadas las llaves de la casa ancestral en Sevilla y Granada.
Es el territorio donde se refugió la élite del Islam Occidental luego de
abandonar España. Al refugiarse en Marruecos luego de abandonar España, el
Islam occidental le dotó de alma, esparciendo trozos de Andalucía. Absurdo
sería reclamarles certificado de hispanidad.
¿Cuál es el motivo que separa a Latinoamérica de
esta posición tan preciada en la geopolítica mundial? Daría risa si no fuera
tan trágico: un grupo de nómadas financiados por Argelia, triste resabio de la
odiosa guerra fría, que dicen ser “dueños ancestrales” del Sahara Occidental.
El líder de estos comediantes, que vive como un
príncipe oriental, ha sido denunciado por atroces violaciones de los derechos
humanos en Tinduf. Es él quien acapara para su propio provecho las enormes
sumas de ayuda internacional que su pueblo jamás ve.
Pero como no hay mal que dure cien años, sus
atrocidades han empezado a ver la luz en España. El juez de la Audiencia
Nacional Pablo Ruz escuchó recientemente a dos víctimas del Frente Polisario,
Saadani Malainine y Dahi Aguai, presidente de la Asociación de los
Desaparecidos del Polisario, así como otros testigos que interpusieron una
querella hace seis años contra los dirigentes de esta organización que sigue
amenazando con más violencia.
A estos acusados de cometer genocidio contra su
propio pueblo solo para montar una farsa en propio beneficio, es a quienes
inútilmente siguen creyendo algunos gobiernos, haciendo que sus compatriotas
pierdan mucho más que lo que reciben, con un conflicto en el que ganan muy
pocos y demasiado lejos. Lògicamente, entre los que ganan se encuentran un
puñado de activistas de ONG que se eligen a sí mismos y con tan débil respaldo
popular usurpan la representatividad de los pueblos para lucrar con las
tragedias humanas. En Latinoamérica son bien conocidos por invocar causas
altruistas para embolsar fuertes sumas en ayuda internacional.
Las proclamas inflamadas que la prensa militante
“saharaui” difunde ruidosamente, afirmando que los gobiernos latinoaméricanos
apoyan al Frente Polisario, raras veces han ido más allá de la retórica. Su más
fanatizado aliado, el aislado gobierno de Cuba, carece de proyección
internacional y coherencia para contagiar a la región de su entusiasmo por la
causa del Polisario. Para esclarecer su falta de coherencia, basta saber que con
su apoyo al separatismo saharaui defienden la misma causa que Frank Ruddy,
quien fuera alto funcionario de USAID –a la que los cubanos siempre acusan de
injerencia- y embajador nada menos que de Ronald Reagan, así como preclaro
referente de la ultraderecha del partido republicano de EEUU.
En la Venezuela bolivariana, a la que el
Polisario gusta presentar en los papeles como aliada suya, la empresa
Tripoliven procesa alrededor de 100.000 toneladas de roca fosfática al año, en
su mayoría comprada a Marruecos –incluyendo la de procedencia saharaui- para
suministrarla a la industria de detergentes del país. Para mayor humillación
del Polisario, el fosfato del Sáhara Occidental también llega a Sudamérica a
nombre de una empresa de capital estatal venezolano. Se trata de Monómeros, la
única empresa filial en la que participa Pequiven, con sede fuera del
territorio venezolano, creada para promover productos químicos básicos e
intermedios a la industria manufacturera y fertilizantes para el agro.
Ninguno de los tres países sudamericanos más
importantes para el comercio mundial: Ni Argentina, ni Brasil ni Chile, se han
pronunciado a favor de la causa que defiende el Polisario. Y no resulta
sorprendente, por lo tanto, que sea justamente en Argentina y Brasil, donde la
empresa nacional de fosfato de Marruecos (OCP).marroquí mantiene sus
principales oficinas en la región. Vale decir, aunque el Polisario se jacta de
haber aislado a Marruecos, en América Latina su causa es olímpicamente ignorada
en la práctica.
Para el MERCOSUR, definitivamente, es la hora de
abandonar la retórica y pensar en Marruecos....La llave del estrecho de
Gibraltar; el camino de las Canarias, las colonias y la hispanidad americana;
el camino a los dos mundos entrelazados de los árabes y el Islam; la España
genuina disfrazada con turbante. Un pedazo de Latinoamérica en África.
La historia junto a Marruecos
La posición de Marruecos fue siempre apetecida.
Lo demostró ya el Imperio Romano, que la ocupó y dio el nombre de Mauritania
Tingitana, y al que siguieron visigodos, bizantinos, árabes, españoles,
ingleses y franceses. De allí habían venido a poblar la península los íberos
que encontró Julio César en tiempos de la expansión del Imperio romano, de allí
que los constructores de la Alhambra sean abuelos de los españoles actuales y
también de los actuales marroquíes.
Relata el geógrafo francés Gautier, que hasta no
hace mucho y quizá todavía, las familias andaluzas de Marruecos conservaban
preciosamente guardadas las llaves de la casa ancestral en Sevilla y Granada.
Es el territorio donde se refugió la élite del Islam Occidental luego de
abandonar España. Al refugiarse en Marruecos luego de abandonar España, el
Islam occidental le dotó de alma, esparciendo trozos de Andalucía. Absurdo
sería reclamarles certificado de hispanidad.
¿Cuál es el motivo que separa a Latinoamérica de
esta posición tan preciada en la geopolítica mundial? Daría risa si no fuera
tan trágico: un grupo de nómadas financiados por Argelia, triste resabio de la
odiosa guerra fría, que dicen ser “dueños ancestrales” del Sahara Occidental.
El líder de estos comediantes, que vive como un
príncipe oriental, ha sido denunciado por atroces violaciones de los derechos
humanos en Tinduf. Es él quien acapara para su propio provecho las enormes
sumas de ayuda internacional que su pueblo jamás ve.
Pero como no hay mal que dure cien años, sus
atrocidades han empezado a ver la luz en España. El juez de la Audiencia
Nacional Pablo Ruz escuchó recientemente a dos víctimas del Frente Polisario,
Saadani Malainine y Dahi Aguai, presidente de la Asociación de los
Desaparecidos del Polisario, así como otros testigos que interpusieron una
querella hace seis años contra los dirigentes de esta organización que sigue
amenazando con más violencia.
A estos acusados de cometer genocidio contra su
propio pueblo solo para montar una farsa en propio beneficio, es a quienes
inútilmente siguen creyendo algunos gobiernos, haciendo que sus compatriotas
pierdan mucho más que lo que reciben, con un conflicto en el que ganan muy
pocos y demasiado lejos. Lògicamente, entre los que ganan se encuentran un
puñado de activistas de ONG que se eligen a sí mismos y con tan débil respaldo
popular usurpan la representatividad de los pueblos para lucrar con las tragedias
humanas. En Latinoamérica son bien conocidos por invocar causas altruistas para
embolsar fuertes sumas en ayuda internacional.
Las proclamas inflamadas que la prensa militante
“saharaui” difunde ruidosamente, afirmando que los gobiernos latinoaméricanos
apoyan al Frente Polisario, raras veces han ido más allá de la retórica. Su más
fanatizado aliado, el aislado gobierno de Cuba, carece de proyección
internacional y coherencia para contagiar a la región de su entusiasmo por la
causa del Polisario. Para esclarecer su falta de coherencia, basta saber que
con su apoyo al separatismo saharaui defienden la misma causa que Frank Ruddy,
quien fuera alto funcionario de USAID –a la que los cubanos siempre acusan de
injerencia- y embajador nada menos que de Ronald Reagan, así como preclaro
referente de la ultraderecha del partido republicano de EEUU.
En la Venezuela bolivariana, a la que el
Polisario gusta presentar en los papeles como aliada suya, la empresa
Tripoliven procesa alrededor de 100.000 toneladas de roca fosfática al año, en
su mayoría comprada a Marruecos –incluyendo la de procedencia saharaui- para
suministrarla a la industria de detergentes del país. Para mayor humillación
del Polisario, el fosfato del Sáhara Occidental también llega a Sudamérica a nombre
de una empresa de capital estatal venezolano. Se trata de Monómeros, la única
empresa filial en la que participa Pequiven, con sede fuera del territorio
venezolano, creada para promover productos químicos básicos e intermedios a la
industria manufacturera y fertilizantes para el agro.
Ninguno de los tres países sudamericanos más
importantes para el comercio mundial: Ni Argentina, ni Brasil ni Chile, se han
pronunciado a favor de la causa que defiende el Polisario. Y no resulta
sorprendente, por lo tanto, que sea justamente en Argentina y Brasil, donde la
empresa nacional de fosfato de Marruecos (OCP).marroquí mantiene sus
principales oficinas en la región. Vale decir, aunque el Polisario se jacta de
haber aislado a Marruecos, en América Latina su causa es olímpicamente ignorada
en la práctica.
Para el MERCOSUR, definitivamente, es la hora de
abandonar la retórica y pensar en Marruecos....La llave del estrecho de
Gibraltar; el camino de las Canarias, las colonias y la hispanidad americana;
el camino a los dos mundos entrelazados de los árabes y el Islam; la España
genuina disfrazada con turbante. Un pedazo de Latinoamérica en África.
Marionetas de Argelia en el desierto
Se ha dicho que es un error llamar
razonamiento a buscar argumentos ridículos para seguir creyendo en lo que se
cree, y los defensores del montaje argelino de los saharaui lo demostraron
recientemente en este espacio.
Recientemente opiné, a través de esta columna, sobre el ya longevo conflicto
del Sahara Occidental, antiguo Sahara español, con las mismas ideas
anteriores al recorrido que realicé en febrero pasado por Marruecos,
dialogando con su pueblo y sus líderes y recorriendo su extensa y bella
geografía.
En lugar de argumentos que puedan rebatir los míos, recibí la característica
andanada de ataques personales que caracteriza como reacción a los miembros
de ONG reaccionarias cuando no pueden rebatir argumentos.
En realidad mi crítica en principio no estuvo dirigida contra los saharauis,
un grupo de activistas separatistas que desean proclamar la independencia de
un desolado paraje desértico, alentado por la financiación de Argelia. La
idea de los saharauis sólo deja de ser descabellada si se considera que
Argelia desea una salida al Atlántico, e instrumenta a este grupo para
obtenerla.
En realidad, mi crítica estaba dirigida a la izquierda latinoamericana, que
teniendo varios conflictos territoriales y separatistas sin resolver en su
seno (Zulia, Santa Cruz, la negada salida al mar de Bolivia, los problemas
entre Nicaragua y sus países fronterizos), se aventura a tomar partido por un
grupo separatista cuyos objetivos son cuando menos dudosos.
Fuentes marroquíes han dejado bien en claro que el problema ha causado ya un
gran desgaste a las naciones involucradas, y que se resolverá el día que Argelia
demuestre voluntad para hacerlo.
Las raíces del conflicto se remontan a un acuerdo entre Francia y España,
impulsado por otras potencias europeas, en noviembre de 1912, que habilitó a
los españoles a ejercer un protectorado sobre el Sultanato de Marruecos, hoy
conocido como “ocupación española” de Marruecos por los afectados.
Ya durante esa etapa histórica, interrumpida por la Primera Guerra Mundial y
reanudada en 1919, los españoles pudieron comprobar en carne propia la
complejidad del dilema marroquí, pues se enfrentaban a una población que ni
en tiempos del Imperio Romano, ni en épocas de la mayor expansión islámica,
habían sentido el peso de autoridad alguna y se mostraban reacios a acatarla.
Finalmente Marruecos, tras décadas de anarquía, obtuvo su independencia de
Francia en marzo de 1956, y de España, en abril de 1956. Sin embargo, España
siguió reteniendo la parte sur de su antiguo protectorado, actitud que generó
el problema actual.
Luego de la primera fase de la independencia, los nacionalistas marroquíes se
basaron en la historia de la región para su reivindicación “el Gran Magreb o
“Gran Marruecos”. En tiempos de la dinastía almorávide, estos monjes soldados
habían unificado bajo su mando una gran extensión de territorio que comprendía
todas las posesiones españolas en el norte de África (Ifni, Villa Bens, el
Sahara, Ceuta, Melilla y los islotes) a su vez toda Mauritania, una buena
parte de Argelia y Malí, llegando hasta el río Senegal. Esa es la raigambre
histórica de los derechos de Marruecos sobre el Sahara. Además, no puede
olvidarse que el fin del colonialismo en el territorio del Sahara Occidental,
que seguía retenido por España hasta 1975, se debe a una inteligente maniobra
marroquí.
Para desalojar definitivamente a los españoles de su territorio, Marruecos
implementó la estrategia de la Marcha Verde, enviando 350.000 ciudadanos para
que ocupen ese territorio. La estrategia liderada por el rey Hasan II,
durante la crisis política de la España franquista en la última etapa de la
dictadura, fue iniciada en noviembre de 1975.
El plan tuvo éxito, y en medio de la agonía del Generalísimo Franco, España
debió ceder esos territorios a Marruecos. Fue entonces que aparecieron los
intereses expansionistas de Argelia.
Argelia entrenó a los marroquíes que integran el Frente Polisario, que
supuestamente lucha por la liberación del Sahara Occidental de manos de
Marruecos. Nadie insinuó antes de ello la creación de un Estado en esa zona,
sólo hasta que se habló de la parte occidental del Sahara, que tiene costa
Atlántica. El interés de Argelia es, evidentemente, buscar una salida al
Atlántico. Ese es el trasfondo de un conflicto sin visos de solución
favorable para los argelinos, dado el respaldo a Marruecos de la Liga Árabe y
la aceptación generalizada de su plan de autonomía como epílogo del problema.
El frente instrumentado por Argelia para sus propósitos, a su vez, dista
mucho de ser compacto, como lo demuestran las manifestaciones de Salek
Mohamed Ayad. Fundador del Frente Polisario, Ayad acusa a los líderes
saharauis de haberse convertido en un instrumento al servicio de Mohamed
Abdelaziz y su clan de sinvergüenzas y ladrones, y por supuesto, también de
Argelia, que manipula la causa del pueblo saharaui en su lucha por debilitar
a su enemigo histórico, Marruecos.
Este saharaui disidente estuvo, como muchos otros, diez años encerrado en las
mazmorras del Polisario en Tinduf, a las que describió como “tumbas donde
encerraban a la gente y la maltrataban sin piedad”. Según Ayad, la mayoría de
los saharauis, tanto de Tinduf como del Sahara Occidental, están en contra de
lo que hacen Abdelazis y sus secuaces, que embolsan el 80 por ciento del
dinero que se recibe como ayuda internacional, gran parte proveniente de
España. Pero el jefe de los forajidos ha impuesto el silencio de los
cementerios en sus filas, con la complicidad de medios y adictos.
Esta descripción de Ayad refuerza mi idea sobre estos “activistas” saharauis
como oportunistas que lucran con la tragedia de los pueblos miserables del
África, personajes que para ocultar su verdadero rostro se dedican a
insultar, mentir y agredir. Lo han hecho en esta misma columna. Agrediendo
por falta de argumentos solo se desnudan como aprendices de dictadores, y no
solo beneficiarios de aquellos que viven estupendamente bien gracias a la
generosa ayuda internacional y al apoyo de Argelia, mientras los pueblos del
Sahara sufren en silencio a causa de estos intereses creados para mantener un
conflicto absurdo.
A pesar de esta realidad, gran parte de la opinión pública mundial sigue
engañada por las proclamas del grupo de forajidos liderados por Abdelazis,
quien también cuenta con el fácil respaldo comprado de la mayoría de los
gobiernos latinoamericanos para sus andanzas forajidas por el Sahara. Este
engendro de Argel nunca explicó hasta ahora, valga decirlo, porqué toda su
familia sigue residiendo en Marruecos sin sufrir represalias.
También falta develar el misterio de porqué los saharauis han pasado de tener
la piel aceitunada característica de los magrebíes al oscuro de los
subsaharianos. Evidentemente, si una cámara ingresa en sus campamentos a
preguntar a estos “saharauis” sobre la causa que luchan, no sabrán qué
contestar. Las ONG crean aglomeraciones similares en todo el mundo, en Paraguay
es frecuente que utilicen así a los indígenas.
Ya lo advirtió alguna vez Hermann Keyserling: Ninguna prueba, ninguna
rectificación ni desmentido puede anular el efecto de una publicidad bien
hecha. El montaje argelino de los saharauis es otro caso de prueba.
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Del Chaco Boreal a Katanga y el Sahara
Se ha dicho que la historia debe juzgar el
pasado para instruir el presente en beneficio del futuro, aunque muchos pueblos
no reconozcan los errores de su propio pasado y pretendan reincidir una y otra
vez.
Patricio Lumumba, considerado un mártir del
socialismo, había anticipado en enero de 1961 en una carta a su esposa,
que prefería morir con la cabeza en alto, con fe inquebrantable y profunda
confianza en el futuro de su país, antes que doblegarse por el maltrato y la
tortura para vivir sometido y pisoteando principios sagrados. Lumumba
estaba seguro que algún día su legado sería valorado, y no por la historia
según Bruselas, París, Washington o la ONU sino la de los países emancipados
del colonialismo y sus títeres.
La historia de Lumumba, Primer Ministro del
Congo, tiene en común con Bolivia y Paraguay más que el paralelismo
entre otros conflictos que, como el del Sahara Occidental, la nefasta
historia del colonialismo dejó como legado al África.
Spruille Braden era un diplomático y agente
petrolero norteamericano recordado en Sudamérica por haber facilitado con su
intromisión, muy a su pesar, el ascenso político de Juan Domingo Perón en la
Argentina de la década de 1940. También se lo recuerda por el papel que la cupo
en la década de 1930, cuando logró encender la chispa de una guerra entre dos
pequeños países sudamericanos, para luego ser el árbitro de la paz.
Al final de aquella matanza entre soldados
descalzos, Braden logró conservar para Bolivia la zona petrolífera del
Chaco que desató la disputa, a pesar de la victoria militar paraguaya, porque
el país del altiplano ofrecía mayores ventajas a la empresa Standard Oil a la
que representaba. Cuando se instaló la mesa de negociaciones que concluirían
en Buenos Aires en julio de 1938, el Paraguay ya no estaba representado
en ellas, dado que el presidente de su comisión negociadora (José Félix
Estigarribia) era un enviado del Departamento de Estado Norteamericano que
había abandonado la embajada paraguaya en Washington sin conocimiento del
gobierno de Asunción, para estar presente en Buenos Aires y firmar los acuerdos
que entregaban la zona petrolífera. El secretario de la comisión
paraguaya, Efraim Cardozo, apenas si cumplía el papel de informante a sueldo de
Spruille Braden, según este último lo reconoce en sus memorias.
Años más tarde, tras su enfrentamiento con
Perón en Argentina, fue también Braden el organizador de un comité de
apoyo a la secesión de Katanga, región del Congo rica en recursos mineros y
diamantes, aventura que concluiría con el asesinato de Patricio Lumumba.
Con Spruille Braden y la Union Minière
cubriéndole las espaldas, el fantoche pro-imperialista Tschombe declaró, poco
tiempo después de la independencia del Congo, la secesión de Katanga. Estaba
claro que Braden no renunciaba a su costumbre de dibujar fronteras a su antojo
en los mapas del Tercer Mundo.
Antes de su definitiva salida de su antigua
colonia, los belgas habían desarmado a las unidades de la ANC en Katanga y habían
dejado a Tschombe dinero, armamento y algunos instructores militares. No había
nada más que hacer. Pero los desórdenes en el Congo y la secesión de Katanga
invitaban a la ONU a una intervención.
Ni los yanquis, ni los soviéticos, y ni siquiera
los nuevos paises emancipados del Africa deseaban una alteración de las
fronteras establecidas. Para todos estaba claro que el potencial éxito de la
independencia de Katanga impulsada por Braden y algunas mineras
norteamericanas generaría numerosas guerras en todo África. Las tropas de la
ONU, ensimismadas en sus propias querellas y ocupadas principalmente con las
revueltas en Leopoldville, no preocupaban inicialmente a Tschombe. Por contra,
le intranquilizaban bastante más los Baluba, quienes en el norte de Katanga se
habían rebelado contra él con el apoyo de Lumumba. Para someter a los Baluba y
consolidar su poder, Tschombe necesitaba condotieros que, al contrario que los
instructores dejados por los belgas, tomaran parte activa en la lucha.
Los primeros asesinos a sueldo llegaron de
aquellas naciones en los que las recién terminadas guerras colonialistas habían
dejado mercenarios desocupados: Bélgica, Inglaterra, Sudáfrica, Rhodesia y la
Argelia francesa. Su trabajo debían empezar con la instrucción de los llamados
"gendarmes de Katanga", reclutados entre las tribus sometidas a
Tschombe. Era un pequeño ejército formado por algunos cientos de blancos
y unos dos mil "gendarmes" que, en cualquier caso, estaba muy por
encima de los primitivos Balubas, que sólo contaban con armas blancas. Como en
todas las guerras entre tribus en África, los enfrentamientos fueron
sangrientos en extremo: Con sus tropas de choque, pequeñas, motorizadas y muy
bien armadas, los mercenarios europeos sembraron el terror entre sus enemigos,
y los Balubas que sobrevivieron el holocausto huyeron hacia el norte. Estas
"acciones de liberación" le valieron a estos mercenarios el
mote de "Les Affreux" (Los Terribles). La prensa internacional hacía
conocer sus atrocidades, las cuales solo servían para propaganda dado el pánico
que sus “hazañas” despertaban en sus enemigos.
Mientras Tschombe se consolidaba en el
territorio apetecido por Braden y las mineras estadounidenses, Lumumba
reclamaba cada vez más vehementemente la intervención de las Naciones Unidas en
contra de los secesionistas. Pero éstas no se animaban a participar
militarmente y se limitaban a exhortar a los mercenarios a que abandonen una
lucha que les reportaba fuertes sumas. Ya que el Congo sin Katanga no podía
sobrevivir económicamente y la ONU no parecía ofrecer ningún apoyo efectivo,
Lumumba intentó atraer el interés de la Unión Soviética. Con ello, consiguió
atraer la atención de la CIA quien rápidamente identificó en el General de la
ANC Mobutu el representante adecuado para sus apetencias.
Como primer paso para conservar las minas de esa
región del África, el primer presidente del Congo independiente Joseph Kasavubu
había sido conminado por las potencias colonialistas e imperiales para
deshacerse de su Primer Ministro Lumumba, quien fue destituído y reemplazado
por Joseph Ileo. Pero Lumumba se resistió y a su vez se ratificó en el mando.
Cuentan las crónicas que fastidiado, el mismo Eisenhower dio la orden de matar
a Lumumba. Uno de los asesinos enviados para la tarea fue Frank Carlucci, que
sería luego secretario de Defensa de Ronald Reagan.
Con el apoyo de los americanos, Mobutu inició un
golpe militar y Lumumba, quien había buscado refugio en un cuartel de la ONU,
fue derivado por la fuerza a Katanga por sus mismos anfitriones. Se dijo por
entonces que los gendarmes de Tschombe se ocuparon aplicadamente de él.
En verdad Allen Dulles, que estaba al frente de
la CIA, envió un telegrama a su delegado en el Congo Lawrence Davlin con las
órdenes explícitas, que lógicamente incluían actuar en el más absoluto secreto.
Las tropas de la ONU hicieron la vista gorda
cuando tropas del ejército se llevaban a Lumumba para torturarlo
brutalmente. Más tarde se supo que se mantuvo firme durante las largas sesiones
de torturas y con la moral muy elevada. Al final terminaría en Katanga y, en un
descampado en medio de la oscura sabana, iluminado por las luces de los coches
de la policía, un escuadrón provisto de fusiles FAL belgas y revólveres
Vigneron lo acribilló con una lluvia de balas.
Un comisario belga que trabajaba para el régimen
pelele de Katanga, confesó luego que le ordenaron hacer desaparecer al fusilado
y a dos de sus ministros que le acompañaron en la tragedia. El trabajo no fue
fácil, tuvimos que despedazarlos, reconoció el verdugo. Su cuerpo fue
espantosamente descuartizado para evitar su reconocimiento. Luego disolvieron
los pedazos en un recipiente con ácido sulfúrico altruistamente donado por una
compañía minera. Los imperialistas no querían dejar ninguna huella del crimen. Inmediatamente
comenzó la campaña de desinformación de la prensa adicta al imperio.
Eliminado Lumumba, las potencias e imperios
coloniales decidieron que era el momento de enmendar errores y fueron por su
títere y lacayo, Tschombé, como probablemente a su tiempo irán los argelinos
sobre sus hoy aliados, los saharauis. En diciembre de 1961, la poderosa
aviación de las Naciones Unidas arrasó en un ataque sorpresa a toda la fuerza
aérea de Katanga. Y después, renunciando a la intervención de tropas de tierra
europeas, echaron mano de sus propios mercenarios. Los Gurkas indios asaltaron
Elizabethville, capital de Katanga, y tras largas e inútiles negociaciones,
tomaron en 1963 la ciudad minera de Kolwezi, último refugio de los
secesionistas.
La parte del león sería para los
norteamericanos, quienes lograron instalar en el Congo un gobierno
pro-occidental, encabezado por el presidente Kasavubu y el general Mobutu, y
enviaron a Tschombe al exilio en España. ¿Será diferente con el conflicto
del Sahara Occidental, o tal vez Abdelazis siga los pasos de Tschombe? El
tiempo lo dirá.
Solo podemos citar que en tiempos recientes, en
casos similares a Katanga, cuatro zonas de Bolivia ricas en recursos naturales
exigieron autonomía del gobierno dirigido por Evo, y amenazaron con separarse
de la nación. Según los documentos, fundaciones estadounidenses estuvieron
envueltas en estas campañas, habiendo invertido 4.451.249 dólares para ayudar a
los gobiernos secesionistas a operar más estratégicamente.
En Venezuela, el presidente Hugo Chávez tuvo que
enfrentar en el 2008 a un plan secesionista en Zulia, y advertir que para
lograr esos planes el pais debería ser llevado a una nueva Guerra de Secesión.
Entre los grupos separatistas se pueden mencionar a Zulia Libre e Independiente,
Nación Zuliana, e Izquierda Republicana del Zulia. En medios paraguayos
subsidiados por la CIA, no hace mucho tiempo se revivió el secesionismo de
Santa Cruz, buscando mayores problemas para Evo Morales.
Lo absurdo de todas estas historias es que países
sudamericanos que enfrentan separatismos de esta especie se inmiscuyen hoy para
respaldar al secesionismo Saharaui, un grupo liderado por personajes
calificados por sus mismos ex cofrades como facinerosos que se dan la gran vida
con dinero argelino y la ayuda internacional.
No cabe duda que aquellos pueblos que desconocen
la historia, están condenados a repetir sus capítulos más trágicos.
Para el Mercosur, es hora de pensar en Marruecos
Heinz Dieterich, ideólogo del Socialismo del Siglo XXI, advertía años atrás que el genial estratega del anti-imperialismo sudamericano Hugo Chávez se había visto obligado a sacrificar su apoyo a las FARC en el póker mundial para sobrevivir. Ello solo para sobrevivir ante una correlación desfavorable que se le presentaba, pocos años atrás.
Hoy la recomposición del MERCOSUR iniciada con el traspaso de mando a Horacio Cartes en Paraguay, que ha declarado que acepta a Venezuela, obliga a los países sudamericanos a pensar en algunos otros para revitalizar el crecimiento del bloque con el ingreso de más países interesados en integrarse.
Entre estos países se encuentra Marruecos, territorio poéticamente interpretado como un pedazo de Latinoamérica en Africa por el preclaro líder del Partido del Progreso y el Socialismo, Moulay Ismail Alaoui. Los mejores líderes de este estratégico país, que tiene los pies arraigados en el estratégico estrecho de Gibraltar, plantean al MERCOSUR la posibilidad de acceder a un puerto en Tanger.
La posición de Marruecos fue siempre apetecida. Lo demostró ya el Imperio Romano, que la ocupó y dio el nombre de Mauritania Tingitana, y al que siguieron visigodos, bizantinos, árabes, españoles, ingleses y franceses. De allí habían venido a poblar la península los íberos que encontró Julio César en tiempos de la expansión del Imperio romano, de allí que los constructores de la Alhambra son abuelos de los españoles actuales y también de los actuales marroquíes.
Relata el geógrafo francés Gautier, que hasta no hace mucho y quizá todavía, las familias andaluzas de Marruecos conservan preciosamente guardadas las llaves de la casa ancestral en Sevilla y Granada. Es el territorio donde se refugió la élite del Islam Occidental luego de abandonar España. Al refugiarse en Marruecos luego de abandonar España, el Islam occidental le dotó de alma, esparciendo trozos de Andalucía. Absurdo sería reclamarles certificado de hispanidad.
¿Cuál es el motivo que separa a Latinoamérica de esta posición tan preciada en la geopolítica mundial? Daría risa si no fuera tan trágico: un grupo de nómadas financiados por Argelia, triste resabio de la odiosa guerra fría, que dicen ser “dueños ancestrales” del Sahara Occidental.
El líder de estos comediantes, que vive como un príncipe oriental, ha sido denunciado por atroces violaciones de los derechos humanos en Tinduf. Es él quien acapara para su propio provecho las enormes sumas de ayuda internacional que su pueblo jamás ve.
Pero como no hay mal que dure cien años, sus atrocidades han empezado a ver la luz en España. El juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz escuchó la semana pasada a dos víctimas del Frente Polisario, Saadani Malainine y Dahi Aguai, presidente de la Asociación de los Desaparecidos del Polisario, así como otros testigos que interpusieron una querella hace seis años contra los dirigentes de esta organización que sigue amenazando con más violencia.
A estos acusados de cometer genocidio contra su propio pueblo solo para montar una farsa en propio beneficio, es a quienes inútilmente siguen creyendo algunos gobiernos, haciendo que sus compatriotas pierdan mucho más que lo que reciben, con un conflicto en el que ganan muy pocos y demasiado lejos.
Para el MERCOSUR, es tiempo de pensar en Marruecos....La llave del estrecho de Gibraltar; el camino de las Canarias, las colonias y la hispanidad americana; el camino a los dos mundos entrelazados de los árabes y el Islam; la España genuina disfrazada con turbante. Un pedazo de Latinoamérica en el estratégico Estrecho de Gibraltar.