Dicen que la victoria tiene muchos padres, pero la derrota es huérfana.
Podríamos
aplicar el dicho al cura
Fernando Lugo, maestro del cholulaje
futbolero, quien durante todo el tiempo que el seleccionado paraguayo
de fútbol mantuvo en vilo al país no perdió oportunidad para aparecer
embanderándose con los triunfos deportivos albirrojos, aunque no haya
contribuido al éxito ni como pasapelotas.
Al parecer, su anuncio
de que viajaría para ver las semifinales fue lo que llevó al equipo
paraguayo a su definitiva eliminación de la copa del mundo en el duelo
contra España, tras una actuación cuyo decoro superó con creces a la
que el cura con hijos proporcionó a la investidura presidencial del
pais.
Es de suponer que también, como en el caso del fracaso en
las negociaciones por la soberanía energética - que dijo que
conquistaría, para conformarse con una línea de transmisión eléctrica
cedida por caridad-, también intente convertir la derrota en otro
"éxito" más de su gobierno.
Es que para el inescrupuloso
cholulaje futbolero, desde Mussolini y Videla a
Fernando Lugo, jamás
existió la vergüenza ni el sentido del ridículo.
FÚTBOL Y POLÍTICOS INESCRUPULOSOS
En
1934 se disputó el primer Mundial de fútbol en el continente europeo, y
el país elegido en el congreso de la FIFA en Estocolmo fue Italia. A
posteriori, se diría varias veces que la elección no fue la correcta,
pues la península estaba gobernada por Mussolini y sus fascios, que
como los emperadores romanos que saciaban ansiedades populares con el
circo, y tantos otros dictadores a lo largo de la Historia,
pretendieron utilizar la popularidad y publicidad gratuita de este
fastuoso acontecimiento en provecho propio.
Nunca en un torneo los
errores arbitrales fueron tan controvertidos, nunca el resultado final
estuvo tan bajo sospecha, nunca un campeón del Mundo debió tanto su
condición a un régimen político.
Poco imaginaba Mussolini que la
supuesta gloria que esa victoria había dado al fascismo quedaría para
la Historia como un ejemplo vergonzoso de cómo no se deben mezclar
política y deporte.
Con frecuencia se recuerda que Hitler tendría
menos suerte con sus atletas Luz Long y Max Schmeling, derrotados por
los afro-americanos Jesse Owen y Joe Louís, en cien metros llanos y
box, respectivamente. De todas maneras, Alemania se quedaría en las
recordadas olimpiadas de 1936 con 32 medallas de oro, superando
cómodamente a Estados Unidos que sólo alcanzó 24, cuatro de ellas
conquistadas por el excepcional atleta Jesse Owen.
También se suele
olvidar que Schmeling había derrotado previamente a Louis el 19 de
junio de 1936, antes de caer en la famosa revancha del 22 de junio de
1938 en el Yankee Stadium. Otro detalle poco conocido es que Schmeling
acabaría siendo un gran benefactor de Louis durante sus emprobrecidos
últimos años, y que incluso terminaría solventado su sepelio, en una
moraleja testimonial de lo breve que suele ser el tránsito de gloria
deportiva por este mundo.
En el campeonato mundial de fútbol
organizado por Argentina en 1978, miembros de la delegación brasileña
no pudieron evitar la tentación de comparar al torneo con el que
organizara Mussolini en 1934. "Por fin el mundo puede ver la verdadera
imagen de la Argentina", celebró por otro lado el presidente de la FIFA
ante las cámaras de la televisión.
Henry Kissinger, invitado
especial, anunció: “este país tiene un gran futuro en todos los
ámbitos” y muchas estrellas de fútbol alabaron la estabilidad del país
anfitrión, entre ellos el capitán del equipo alemán, Berti Vogts, quien
tras dar la patada inicial, declaró: Argentina es un país donde reina
el orden. Yo no he visto a ningún preso político.
Los dueños de casa
vencieron algunos partidos, pero perdieron ante Italia y empataron con
Brasil. Para llegar a la final contra Holanda, debían enterrar a Perú
bajo una lluvia de goles. Argentina obtuvo con creces el resultado que
necesitaba, pero la goleada, 6 a 0, llenó de dudas a lo malpensados, e
incluso a los bien pensados. Los peruanos fueron apedreados al regresar
a Lima.
Adolfo Pérez Esquivel, quien vivió entre rejas las emociones
del campeonato, de su cautiverio recuerda el nudo de una contradicción
para muchos incomprensible: "En la cárcel, como los guardias también
querían escuchar los partidos, el relato radial nos llegaba por
altoparlantes.
Era extraño, pero en un grito de gol nos uníamos los
guardias y los prisioneros. Me da la sensación de que en ese momento,
por encima de la situación que vivíamos, estaba el sentimiento por
Argentina”.
"Todos los presos políticos, los perseguidos, los
torturados y los familiares de los desaparecidos estábamos esperando
que Menotti dijera algo, que tuviera un gesto solidario, pero no dijo
nada. Fue doloroso y muy jodido de su parte. Él también estaba haciendo
política con su silencio." Quien formula el cargo es Adolfo Pérez
Esquivel, Premio Nobel de la Paz en 1980, que logró salir de la Unidad
9 de La Plata gracias a la presión internacional, el 23 de junio de
1978, dos días antes de la final.
EL CURA FUTBOLERO
El repaso de
esta historia de inescrupulosidad política nos demuestra que el
tránsito de la gloria deportiva es casi tan breve como la gloria de los
hombres. También que no es el cholulaje futbolero un recurso nuevo de
los políticos en aprietos, lo hicieron mucho tiempo antes otros
gobernantes arbitrarios y usurpadores empedernidos de la
representatividad popular.
Cuando las personas no aprenden las
herramientas de juicio y se limitan a seguir sus esperanzas, las
semillas de la manipulación política se siembran, decía Stephen Jay
Gould, y a nadie viene mejor la sentencia que al cura
Fernando Lugo en
el día de hoy, en que la ilusión futbolero se hizo trizas ante la furia
española.
Con el fin del sueño, se acabó también el intento
desesperado del escandaloso obispo por recuperar con histrionismo
demagogo-populista y halagos el favor popular perdido. Hace pocos días,
un senador exhibió una tarjeta roja al cura futbolero en pleno informe
presidencial al Congreso, en una actitud premonitoria de lo que vendría.
Para
seguir en el campeonato, el cura deberá apelar a logros mucho más
palpables que usurpaciones de éxitos ilusorios en los cuales no tiene
parte, y que además compromete con su errática conducta. LAW