Cuenta
la historia que tras el triunfo de los cruzados en Jerusalén, se desató
en la ciudad una gran matanza. A los sarracenos los torturaron durante
días, los obligaron a saltar de las torres, los utilizaban para
practicar tiro al blanco con sus ballestas o los decapitaban de puro
placer. A los judíos que se refugiaron en la sinagoga los quemaron
vivos.
“Y en el templo de Salomón –escribió el cronista Raymond de
Aguilers- la sangre les llegaba a los caballos hasta las bridas, justo y
maravilloso castigo de Dios a los infieles”.
Dos semanas antes de
estos dichosos acontecimientos, murió el Papa Urbano, que se privó del
placer de saber sobre la carnicería que sus fieles perpetraron en la
ciudad sagrada, para mayor gloria de su culto religioso y a instancias
de su prédica.
Otro que al parecer morirá antes de ver concluida su
cruzada contra el terrorismo es el antipapa Fernando Lugo, actual
presidente del Paraguay, que acatando las órdenes de la derecha ha
desatado una verdadera caza de brujas contra sus antiguos aliados de la
izquierda marxista en el interior del país. Así como Inocencio IV
autorizó la tortura y las cámaras de la inquisición se convirtieron en
las mazmorras del infierno, el
antipapa paraguayo ha implantado la
ejecución extrajudicial para los herejes, imitando a sus aliados de la
ultraderecha colombiana.
A pesar de tanto entusiasmo, todo indica que
Lugo no podrá llevar a buen puerto su
cruzada antiterrorista,
considerando el maligno linfoma que lo aqueja y que contrajo en sus
“giras pastorales” por San Pedro, cuando visitaba a las menores
indigentes para revolcarse con ellas, aspirando de paso las sustancias
carcinogénicas con las cuales se fumigan los cultivos de transgénicos
por esos bucólicos parajes de las campiñas.
EPP GOLPEA EN LA CAPITAL
En
tanto el
Antipapa pagano lucha por su vida contra el cáncer, la
guerrilla izquierdista del EPP, no contenta con ridiculizar el falso
izquierdismo del gobierno luguista, también ridiculiza a los organismos
de seguridad del ministro Rafael Filizzola actuando en plena capital.
Un
audaz golpe habría sido perpetrado en la misma capital por un comando
del EPP, según se informó en el día de ayer. Los soldados Esteban Rafael
Figari y Derlis Marecos declararon ante el juzgado militar que seis
hombres encapuchados con pasamontañas dijeron ser del EPP, al momento
del supuesto robo de los fusiles M-16, en el polideportivo de la ex
Caballería de las Fuerzas Armadas, a pocos minutos del centro de
Asunción.
Los conscriptos participaron de una audiencia
indagatoria ante el fiscal militar Gumercindo Oviedo y el juez de la
Justicia Militar, Andrés Nemesio Garay Mianikoff. Otros efectivos
militares comparecerán en el juzgado castrense para testificar en el
marco de la investigación por el asalto con fines de robar fusiles M-16.
OBISPO DE LOS POBRES, EL PRIMER EXPLOTADOR
Uno
de los voceros del Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), el mismo día
que se asaltaba el puesto militar, salió al aire en una emisora de la
capital y atribuyó el asesinato del informante campesino Florencio Núñez
a su grupo insurgente. El vocero afirmó estar llamando desde algún
lugar de las selvas paraguayas.
El portavoz del EPP, Máximo
Brizuela, alegó que Núñez fue muerto a tiros por ser “pyrague”
(informante) de la Policía Nacional, tal como señalaron la semana pasada
fuentes cercanas a organismos de seguridad del Estado, pero que el
ministro del Interior Rafael Filizzola desmintió públicamente, así como
se intenta desmentir el robo de los fusiles.
Según el portavoz,
“el comando Nº. 6 Gral. José Eduvigis Díaz del EPP ha ajusticiado al
pyrague, informante de la Policía, Florencio Núñez del asentamiento
Nueva Fortuna, departamento de Concepción, en fecha 10 de agosto del año
en curso”. Añadió que “esta acción es una advertencia de que no quedará
impune, todas aquellas personas que siguen cometiendo esta falta,
engañados o interesados por el sucio dinero ofrecido por los tiranos del
poder para atentar contra su propia clase”.
El vocero también
adjudicó a su grupo la muerte de los dos suboficiales policiales Lidio
Cardozo y Carlos Giménez, del mes pasado. “En otra acción, de fecha de
16 de junio, la columna número 7, Mcal. López ha repelido un ataque
enemigo, en el lugar denominado Kurusu de Hierro de Concepción,
produciendo dos bajas a la fuerza represiva y recuperando armas de
guerra muy valiosas para nuestra lucha guerrillera, y sin ningún herido
en nuestras filas”, indicó.
Paralelamente, instó “a la unidad
para intensificar nuestras acciones contra los ricos y explotadores de
turno encabezados por
Fernando Lugo", a quien curiosamente sus
partidarios presentaban como “el obispo de los pobres”.
Mientras el
comunicado era difundido por los medios, el pánico cundió en las filas
oficialistas debido a la noticia de una explosión en el principal
edificio del ministerio de Hacienda. La dependencia ardió por causas
desconocidas luego de una explosión, y los funcionarios entraron en
pánico aunque todos pudieron ser evacuados. Posteriormente las fuentes
oficiosas emitieron uno de sus “tranquilizadores” partes afirmando tener
todo bajo control.
DIOS RECONOCERÁ A LOS SUYOS
Lo cierto y
concreto es que para la pornocracia que impera en Paraguay, bajo la
batuta del libertino cruzado de la mitra abandonada, no hay distingos
entre herejes o católicos ni entre izquierdistas o derechistas, tanto
que la situación recuerda los desmanes de la cruzada contra los
albigenses.
Se cuenta que cuando a mediados de 1209 y al mando de un
ejército mercenario, el legado papal Arnoldo Amalrico puso sitio a
Beziers, baluarte de los albigenses occitanos, con la exigencia de que
le entregaran a doscientos de los más conocidos de esos herejes que allí
se refugiaban, a cambio de perdonar la ciudad. Los habitantes de la
misma decidieron resistir y no entregar a sus protegidos.
Ante la
pregunta de cómo distinguir a ortodoxos de albigenses, Amalrico ordenó:
“Matenlos a todos que ya después el señor reconocerá a los suyos”.
Y
así, sin distingos, herejes y católicos por igual iban cayendo todos
degollados, tanto como inocentes y pecadores son hoy ejecutados
extrajudicialmente y sin discriminación en Colombia y Paraguay, bajo la
atenta mirada del imperio.
Entre los restos yacentes en las fosas comunes, tal vez, algún día Dios reconozca a los suyos. LAW