Cuando
el Che Guevara fue ejecutado extrajudicialmente tras ser capturado en
Bolivia, el fotógrafo Freddy Alborta recibió el encargo de testimoniar
con su cámara la muerte de Guevara y, según se creía, también la de su
proyecto político.
En un memorando secreto, Walt Rostow le aseguraba
al presidente Lyndon Johnson que “en el contexto latinoamericano –la
muerte del Che- tendrá un fuerte impacto en descorazonar futuras
guerrillas”.
Contraviniendo la intención de sus inspiradores, la imagen surtió un inesperado efecto evocador, mítico, pasional.
Los
campesinos no podían olvidar la imagen del cadáver, con los ojos
abiertos, colgado de los patines del helicóptero que trasladó su cuerpo a
la localidad de Vallegrande, donde en 1997 se encontraron sus restos,
enterrados en una fosa excavada a un lado de la pista del aeropuerto. En
el imaginario popular, el Che tendido inerte sobre una mesada de la
lavandería del hospital de Malta de Vallegrande se asemejaba a la imagen
de Cristo, por lo cual se inmortalizó entre los lugareños el apelativo
de San Ernesto de La Higuera para denominar al ex jefe guerrillero.
Durante
las dos décadas siguientes a su muerte en La Higuera (Bolivia), en
1967, muchos de los que estuvieron relacionados con su captura, su
asesinato o la desaparición de su cadáver murieron o sufrieron graves
accidentes o agresiones que les marcaron de por vida.
En el
imaginario popular comenzó a crecer entonces la leyenda de la "maldición
del Che", como si el fantasma del guerrillero argentino hubiera vuelto
dispuesto a tomarse la justicia por su mano.
Los rumores comenzaron
poco después de la ejecución de Guevara, cuando, explica el escritor
mexicano Paco Ignacio Taibo II en su biografía sobre el Che, una gran
sequía asoló la aldea boliviana de La Higuera y se corrió la voz de que
el guerrillero tomaba venganza contra los aldeanos por haber permitido
que le asesinaran.
La leyenda creció en 1969, tras la muerte nunca
aclarada del general René Barrientos, el presidente de Bolivia que
ordenó matar a Guevara, que falleció carbonizado en un accidente de
helicóptero. Poco después, Honorato Rojas, el campesino boliviano que
delató a la guerrilla de Guevara, fue asesinado por un grupo armado.
A
principios de los años 80, Gary Prado, el capitán que capturó al Che,
sufrió herida por “fuego amigo ", al parecer disparado fortuitamente por
uno de sus soldados, que le perforó los pulmones y le dejó paralítico.
El teniente coronel Andrés Selich, uno de los militares bolivianos que
se entrevistó con el Che durante la noche que estuvo detenido en la
escuela de La Higuera, antes de ser ejecutado, fue asesinado cuando
fraguaba un golpe de Estado en su país. Roberto Quintanilla, el jefe de
la inteligencia del Ministerio del Interior que estuvo presente cuando
amputaron las manos del cadáver de Guevara, fue asesinado años después
por la guerrillera Mónika Ertl, hija rebelde del "fotógrafo de Hitler".
Félix
Rodríguez, el agente de la CIA que identificó al Che en Bolivia,
comenzó a padecer asma -la enfermedad que marcó la vida del guerrillero
argentino desde su infancia- tras regresar a Estados Unidos.
El caso
del Che también tiene sus paralelos al sur de la frontera boliviana, no
muy lejos de donde fuera ejecutado el mítico héroe de la revolución
cubana.
LA EJECUCIÓN DE
SEVERIANO MARTÍNEZ
Al igual que con todo
adversario político, un guerrillero sigue sujeto a las campañas de
desprestigio aún después de ser ejecutado, y el guerrillero
Severiano
Martínez es un ejemplo de ello.
Luego de que 25 policías de la fuerza
paraguaya asesorada y entrenada por Estados Unidos y Colombia lo
asesinara de 13 balazos en los confines del Chaco paraguayo, el
periodismo mediático inició una intensa campaña para presentarlo como
hombre venal.
En contrapartida, la familia del mismo replicó querellando a los responsables directos de su asesinato.
Por
ejecución extrajudicial fue presentada ante la justicia paraguaya una
denuncia, que afecta a los represores que actúan en las fuerzas públicas
bajo el gobierno de
Fernando Lugo.
La ejecución de un insurgente
fue realizada en el marco de la represión que lleva adelante el
gobierno del cura
Fernando Lugo contra antiguos aliados políticos de la
izquierda marxista, hoy aglutinados en el EPP.
Severiano Martínez
fue ejecutado, según afirmó este lunes la abogada Raquel Talavera,
luego de presentar una denuncia ante el Ministerio Publico contra
personas innominadas. Pidió que se designe un fiscal para que investigue
el caso. Los delitos que se mencionan son el de homicidio doloso con
alevosía, ensañamiento y ejecución.
En su escrito de denuncia, la
abogada Raquel Talavera. en representación de Aureliano Martínez y Ana
Bella Duran, padres Severiano Martínez, solicita a la Comandancia de la
Policía Nacional los nombres de los agentes policiales que intervinieron
en el operativo de captura el pasado 28 de julio en la zona conocida
como Agua Dulce.
Así también la posición de los tiradores en
croquis y de la víctima al iniciarse los disparos y del cuerpo cuando
cayó al suelo. Agregaron, además, como pruebas varias fotografías
tomadas al abatido durante la autopsia donde sostienen que no creen en
la versión del médico del Ministerio Publico Pablo Lemir, quien concluyó
que los disparos se realizaron a larga distancia, descartando una
posible ejecución.
El médico Lemir es un ginecólogo metido a
forense, fuertemente identificado con la corriente filizzolista, adepta
al gobierno de Lugo.
La querella por ejecución extrajudicial,
curiosamente, coincidió con el revuelo por el anuncio de que el mismo
cura Fernando Lugo, se encontraba aquejado de un linfoma maligno en
avanzado estado, que curiosamente no había sido detectado por los
médicos en los estudios realizados durante una reciente operación. ¿La
maldición de Severiano?