En 1995 el canal de cable alternativo TNT, del multimillonario Ted
Turner, produjo la película “Kingfish” –con el papel protagónico
interpretado por el actor John Goodman-, basada en la historia del
legendario político de Louisiana y Senador norteamericano Huey Long,
quien en sensacionales discursos pronunciados entre 1934 y 1935 en
Washington, acusó a la Standard Oil y a los Rockefeller de ser la mano
negra detrás de la matanza paraguayo-boliviana por el Chaco Boreal
(guerra del Chaco de 1932 a 1935), para terminar poco después
misteriosamente asesinado en Baton Rouge.
Huey Pierce Long había nacido
en la pequeña localidad suburbana de Winnfield, en el estado de
Louisiana, a finales del siglo XIX, cuando sobre las cenizas de la
guerra civil norteamericana, rapaces compañías como la petrolera
Standard Oil sujetaban a la región bajo opresión neocolonialista de los
capitales del norte estadounidense. En una región de alta influencia
católica, de rasgos latinoamericanos por su ascendencia franco-española y
sus tensiones sociales, Long irrumpió en la política de Louisiana como
un radical (redneck) que se rebelaba contra la oligarquía del estado,
contra la actitud expoliadora de las grandes empresas, contra el
engreimiento de ciertas tradiciones de la clase alta, contra la moda,
los licores fuertes y muchos otros usos y costumbres de su época. La
lista de cosas que le gustaba era mucho más corta, dice con ironía
Thomas Harry Williams, su principal biógrafo, que entre ellas sólo cita a
dos: las estrictas medidas sanitarias y el socialismo.
Electo
gobernador de Louisiana a fines de la década de 1920, se vio pronto
enfrentado a la Standard Oil de Louisiana requiriéndole un impuesto por
cada barril de petróleo a ser refinado para sus progamas sociales. Los
amos en el negocio del kerosén pusieron el grito en el cielo y fraguaron
un juicio político en busca de la destitución. La Standard Oil
emprendió una gran campaña de difamaciones, sobornó legisladores,
chantajeó e intimidó físicamente a otros tantos, compró espacios en la
prensa y hasta subsidió festejos populares en busca de su objetivo. A
pesar de todo, Long contrarrestó con inusitada habilidad la turbulenta
campaña adversa y terminó absuelto. El laureado escritor estadounidense
Robert Penn Warren, cuya novela basada en Huey Long le valió el
Pulitzer en los años cuarenta, resumió la gran capacidad de maniobra
política del gobernador de Louisiana en la reflexión de su personaje:
“En la política, el mal no sólo puede engendrar el bien, sino que
además es lo único que hay para engendrarlo”. En la década de 1930 se
había iniciado la producción en serie de automóviles, y el petróleo se
iniciaba como “leitmotiv” del intervencionismo norteamericano en
Latinoamérica y el mundo. Personeros de la Standard Oil viajaban por el
mundo apropiándose del recurso y fundando filiales que pretendían ser
naturales de los países que expoliaban.
Así nació la Standard Oil of
Bolivia, instituída por Spruille Braden, luego cabeza de la conspiración
contra el Paraguay en la Conferencia para la Paz del Chaco, quien
insinuó al presidente boliviano Salamanca sobre la posibilidad de
obtener armas y créditos para apoderarse militarmente del Chaco
paraguayo y sus yacimientos petrolíferos. No era América del Sur la que
iba a imponer condiciones a su majestad el dólar. Como lo expresara el
escritor paraguayo Arnaldo Valdovinos, centenares de ametralladoras,
manejadas por manos esclavas, rompieron el silencio de las selvas
chaqueñas, festejando el triunfo de sus amos. En varias de sus novelas
más celebradas, Augusto Roa Bastos narró los episodios más trágicos de
un ignominioso capítulo de la expansión imperialista en Sudamérica, en
que los condenados paraguayos parasitados y desnutridos, debieron
empuñar el fusil para defender el subsuelo y los latifundios extranjeros
que se extendían sobre la vasta planicie esmeralda del Chaco Boreal.
La prensa de todo el mundo pronto se hizo eco de la participación
evidente de las grandes petroleras en el diferendo chaqueño: el Daily
Herald de Londres, la prensa comunista soviética y hasta el mismo New
York Times. Sin embargo, a pesar de todos los indicios, para muchos
hablar del petróleo como detonante de la matanza entre paraguayos y
bolivianos seguía siendo mera especulación. El secreto a voces pronto
iría a sacudir los mismos confesionarios del imperio. El 30 de mayo de
1934 el senador Long sacudía al Congreso en Washington con una proclama
incendiaria contra la Standard Oil, acusándola de haber desencadenado el
enfrentamiento armado del Chaco. “¡Aquí está Rockefeller, con un
ejército, robando al Paraguay!” dirá el senador para no ahorrar
adjetivos contra la empresa petrolera. Y cuando el 15 de enero de 1935
la Sociedad de las Naciones decidió levantar el embargo de armas que
pesaba sobre Bolivia, manteniendo el mismo sobre Paraguay, Huey Long
declaró a la prensa: “Esta decisión de la Liga de las Naciones no es más
que un mensaje dirigido al Paraguay y firmado por Rockefeller que dice:
No toquen los lugares donde hemos localizado pozos del petróleo”.
Obviamente, el senador había incursionado en terreno fangoso y los
sucesos no tardaron en demostrarlo.
El 8 de septiembre de 1935,
habiendo abandonado el senador Long con sus guardaespaldas una sesión
especial en el Capitolio Estatal de Baton Rouge, adonde había arribado
desde Washington buscando zanjar en cuestiones locales de su estado, un
desconocido se le acercó al amparo de la oscuridad y en ese momento se
escuchó un disparo. La guardia de Long abrió fuego contra el sospechoso
ocasionándole a su turno 51 heridas de bala antes de ser éste
identificado como un joven y respetado médico, Carl Austin Weiss,
proveniente de una familia de reconocida alcurnia en la sociedad local.
Posteriormente se sabría que Weiss había actuado como cabeza de turco y
que las balas que impactaron en Long tenían otra procedencia. En las
primeras horas del día 10 fallecía el senador en el Hospital Our Lady of
the Lake, víctima de la avidez sin límites del imperialismo petrolero, y
la Standard Oil tenía las manos libres para quedarse con el petróleo
del Chaco.
Con la guerra entre Bolivia y Paraguay como telón de fondo,
se había cerrado uno de los más infames y controvertidos capítulos de la
historia norteamericana.
(Luís Agüero Wagner)